Hace tres años, después de mucho tiempo pidiéndolo, al fin tuvimos la película sobre Venom, posiblemente uno de los villanos más populares de Marvel. La película, que fue un éxito arrollador, era un quiero y no puedo que no conseguía despuntar en ningún momento. Quizás lo mejor de la película era la relación entre Venom y Eddie Brock, que conseguía introducir momentos divertidos dentro de la misma, aunque también los tenía muy bochornosos (la secuencia de la pecera…). Pero ahora esa Venom queda como obra maestra al ver lo que han hecho con Venom: Habrá matanza. Esta segunda entrega de las aventuras de Venom es, posiblemente, una de las peores películas que se van a estrenar este año, ya que no consigue, ni siquiera, intentar ser una película con una coherencia narrativa y todo queda relegado a grandes secuencias de acción sin ningún tipo de sentido. Seguramente los fans disfruten del espectáculo, pero como película, deja mucho que desear.
Y es que el principal problema que tiene Venom: Habrá matanza es que no hay ningún tipo de evolución respecto a lo que vimos en la primera entrega. Todos los personajes siguen igual, todos siguen un camino establecido y del que no se salen en ningún momento. El guion parece, en muchos momentos, un calco de la primera entrega, pero peor. Todo se resume a juntar pequeñas set pieces de acción con pequeñas piezas que puedan unirlas de alguna manera, pero hay una transición lógica entre ellas y no llevan a nada. Eddie Brock y Venom siguen igual que en la primera entrega, pero su humor muere por completo, Michelle Williams pasaba por allí por el contrato firmado, lo único que intentan es contar algo con Cletus Kasady y darle un trasfondo, pero a medida que avanza la cinta todo se apaga y relegan al personaje a la nada para llegar cuanto antes al enfrentamiento entre Carnage y Venom. Y es que Carnage, uno de los villanos más violentos de la historia, no mata a casi nadie en cámara y apenas hace una “matanza”.
Y si el humor, la complicidad de los dos personajes y algún que otro momento de inspiración conseguían que la primera no fuera un bochorno escandaloso, todo eso se pierde aquí. Como he dicho antes el humor parece escrito por un niño de cinco años, los momentos de denuncia social son bochornosos y hay momentos entre Cletus y Eddie que son directamente para salir corriendo. Pero seguramente dentro de todo este despropósito haya algo que salvar, y lo hay. Venom: Habrá matanza dura noventa minutos y no aburre. A pesar de todos los despropósitos que tiene la cinta, el ritmo es tan alocado que es imposible no prestar atención a lo que está ocurriendo en pantalla, aunque muchos sean de vergüenza ajena. Pero eso hay que reconocérselo a la cinta, que es imposible aburrirte, porque no para. Hay millones de elipsis y elipsis dentro de elipsis. Eso sí, seguramente a la salida ya la habréis olvidado por completo. Y quizás la mayor excusa de la cinta es la escena postcreditos. Una escena que es espectacular, que volará las cabezas de los fans y que merece la pena ver.
En definitiva, Venom: Habrá matanza es peor que la primera entrega en todo. Tom Hardy y Woody Harrelson no consiguen levantar una historia que hace aguas por todos lados. No hay evolución de personajes, no hay conflicto más allá de ver el enfrentamiento con Carnage, y no los momentos humorísticos dan vergüenza ajena. Una pena porque se podría haber hecho una secuela que mejorara la primera entrega, pero han preferido repetir la formula y empeorándola.