David Trueba (Obra maestra) nos muestra su madurez cinematográfica, en clave de comedia dramática, mirando al pasado y hablando de todos los temas que le preocupan, y preocupan a esta sociedad, con esta cinta donde José Sacristán demuestra que sigue siendo uno de los mejores actores de este país.
Madrid, 1987 cuenta la historia de un periodista maduro, con muchas tablas, y una joven estudiante, que se quedan encerrados desnudos en un cuarto de baño durante un fin de semana. Esta premisa es en si una metáfora de lo que va ocurrir, pues ambos desnudaran sus vidas el uno al otro, de tal manera que lo vemos en pantalla es un reflejo de lo que era Madrid en 1987, muy lejos de lo le es ahora, pero a la vez una señal de que tarde o temprano la historia se repite.
Indudablemente estamos ante una película pequeñita, donde su mayor interesa recae en los maravillosos diálogos. Diálogos ricos, inteligentes, y directos, que hacen avanzar una acción que parecer no existir. Momentos como esa primera escena en el café, o la secuencia del visionado imaginario de una película en el baño, permanecerán en nuestras cabezas mucho tiempo, a pesar de que este ultimo le haga peder algo de ritmo a la narración, pero es tan bonito, que es perdonable.
David Trueba mueve la cámara con elegancia en las cuatro paredes del baño, dejándonos unas instantáneas muy bien compuestas, atentos a cada uno de los planos detalle, en especial aquellos que descubren la anatomía de nuestros protagonistas.
Como decía al principio, José Sacristán (La vaquilla) demuestra que es uno de los mejores españoles de este país, y tras este papel esperamos verle más a menudo, pues oír su increíble voz recitar estos diálogos tan bien escritos, es pura poesía. María Valverde (Tres metros sobre el cielo) le da la replica bastante bien, pero no puede evitar ser eclipsada por una de las grandes voces de este país.
En resumen, es un película muy interesante, que se mueve entre la comedia, por sus frases acidas y socarronas, pero que el trasfondo se acerca más al drama. Indudablemente que sean dos bustos parlantes durante todo su metraje no ayuda ha atraer a la masas al cine, pero para los espectadores más exquisitos, estamos ante un propuesto muy buena.
Lo mejor: José Sacristán y los diálogos.
Lo peor: La citada secuencia de la película imaginaria es muy bonita, pero le hace perder ritmo a la cinta.
Puntuación: 8/10