Con motivo de la celebración del 63 Festival de San Sebastián, tuvimos la oportunidad de hablar con el director vasco Asier Altuna que presentaba allí su nuevo trabajo, Amama. Curiosamente la cinta recibió 2 premios en dicha edición del festival: el oremio Irizar al Cine Vasco y el premio al mejor guión vasco. Esto fue lo que nos contó su director y guionista:
¿Qué tiene de autobiográfico Amama?
La historia no es una cosa que me haya pasado a mi, ni ocurra en mi familia., Hay muchas cosas que me suenan, es un mundo que conozco a la perfección ya que yo soy parte de ese caserío, he nacido en un caserío pero vivo en la ciudad y nunca he dejado de ir. De alguna manera hay mucha atmósfera de mi infancia, hay, bueno, pues, cuento una historia que sucede en el País Vasco muy claramente y es que todos los caseríos están abandonados, o son chalets o están destruidos. Ya no hay nadie que se dedique a ello, sino que son casas donde vive gente que no se encarga de ello. Es un mundo que conozco muy bien. Es una película que siempre he querido hacer por esa cercanía y porque es un tema que me ponía mucho por lo visual, ya que soy muy imaginativa y me iba imaginando secuencias o imágenes. Entonces llegó el momento de rodar y que llevo años con ella. Y me parece una historia familiar y siempre estás historias son muy cinematográficas. Me parece que es un tema muy cinematográfico. Y es una maravilla el poder, después de tanto tiempo, enfrentarme a esta historia.
¿Qué es lo que piensa amama?
Eso es lo que me gusta, que haya misterio, que nadie sepa o que se imaginé que es lo que pasa por su cabeza. Creo que hay momentos en los que incide en la trama, pero muy pocos como cuando quita la mirada a su hijo o cuando no le aparta la mirada. En ese momento es consciente de que le pide un cambio a su hijo. En los otros momentos creo que de alguna manera es como el alma de los antepasados que ve como se desvanece todo ese mundo. Esta ahí, pero no está, está presente pero ausente a la vez. Bueno, de alguna manera creo que ella también toma decisiones como cuando va al bosque, pero siempre dejo abiertos que haya misterio o suspense.
¿Por qué decidiste el pequeño flashback que introduce la cinta?
Hombre es una imagen explorarista, no solo porque es una imagen poderosa. Lo que me interesa de esa escena es la cuerda que arrastra. Es una imagen que me viene con el personaje que lo hace, que se va y vuelve. Es de alguna manera, difícil de meter esa imagen dentro de una narración y la pongo al principio y así puedes ver el tono y pistas de lo que vas a ver, te abre a ver cosas extrañas. Esa imagen es poderosa. Eso me pone, es maravilloso.
¿Cómo surgió lo de los colores unidos a las personalidades?
Es un juego cinematográfico. De alguna manera quería contar como una generación marca el destino de los hijos. No sé porque razón de repente empecé a buscar imágenes poderosas, de repente a raíz de un poema que había de la relación entre padre e hija muy dura así, al final cuentas la historia de otra manera. De ahí comencé a buscar alguna manera para contar visualmente como cuentas que, y si con esa imagen. Visualmente siempre buscando, pero no tengo muy claro cuando me vino esa imagen. Y cuando vi esa imagen, los árboles, visualice todo el lio de los colores, los arboles y la narración. No es un mundo que conozco, surgen y ay están, pero me parecen que es bueno que meta esto y jugar con ello. Siempre poniendo más importancia a la imagen o al dialogo, buscando imágenes poderosas.
Amaia graba el documental de su amama con una Súper 8 ¿Es un homenaje a ese cine del pasado que parece que se ha olvidado?
Bueno, hay mucho de nostálgico por ahí. Creo que por un lado me apetecía tener espacios libres en la película donde yo pudiera jugar. Como ya había jugado a ser el artista, quería meter esto en la película. Alguno puede pensar que todo ese mundo surrealista de la abuela pintando es irreal. Es una imagen que pasa por el filtro de alguien. Y para mi era por Amaia. Que pasa con la Súper 8, que darle con la teclilla de la Súper 8 es una maravilla, y de alguna manera me ponía que hubiera un rato de rodaje un poco libre, y como tenia al personaje, estaba la justificación, era venga dale a la tecla y para delante. Lo que pasa es que no sabíamos como iban a encajar esas imágenes en la película. De alguna manera el montaje se convierte en algo muy creativo, no solo montas secuencias, sino que juegas mucho. Pero hasta que encuentras que todo se queda en su sitio, tardas. Tardamos mucho tiempo, pero cuando lo vimos dijimos ha quedado genial. Todo el equipo me estaba diciendo que todo era un lio, pero hay que luchar hasta el final para ver las imágenes y decir, “joder, que guay”. Sentirte libre a la hora de hacerlo. Jugar sobre todo.
Al visualizar la película, los personajes priman sobre el argumento ¿Cómo conoció a Amparo e Iralia?¿Por qué las eligió?
Claramente los personajes, bueno, quitando a Klara Badiola y a Kandido Uranga que los tenía muy claro. El resto me vino por la descripción del personaje. Amaia tiene el color negro, y la vi en Iraia Elias me dejó flipando cuando la vi en teatro. A partir de ahí decidí que los actores de hijos no quería que fueran muy conocidos, bueno para mí, que a lo mejor para vosotros no son conocidos. Amparo Badiola nunca ha hecho mucho cine, por ejemplo. Jugué con la intuición. Encontré a Amparo en la calle, me quede flipado y la entré. Luego ha sido una maravilla. Es bella y elegante y con unas arrugas maravillosas. Es una crack de mujer. Una mujer de 85 años aguantó. Todo el rodaje con ella ha sido espectacular.