Sólo tiene 19 años y ya puede presumir de haber encandilado a prácticamente todo el público de una de sus películas. Esa no es otra que La vida de Adèle, con cuya protagonista comparte curiosamente el nombre. Adèle Exarchopoulos ha estado en España para promocionar el filme, se ha declarado como una incondicional entusiasta de su director, Abdellatif Kechiche, y se ha mostrado dispuesta a retomar a Adèle en una secuela que le gustaría rodar dentro de unos diez años para mostrar un momento diferente de su vida.
¿Te leíste El azul es un color pálido antes de aceptar la película? ¿Lo conocías?
Pasé un casting como todo el mundo, no me lo propusieron. Lo que me gustó mucho de la película, lo que me sedujo, fue el personaje de Adèle. Luego vi el cómic, pero ya sabía que era una adaptación libre.
¿Fue complicado tener esas escenas de sexo? Supongo que te lo habrá preguntado ya todo el mundo…
Si supieras todas las veces que me lo han preguntado… Pero no es muy interesante. No es muy complicado, para nada fue lo más duro de la película. Formaba parte de la actuación y muchas veces era un placer.
¿Estás lo suficientemente enamorada del personaje para afrontar una secuela o temes estancarte si la haces?
Es la gente, pero yo no me siento así. Me llegó mucho, comprendo el personaje. Me gustaría más una continuación cuando tenga 30 años. Me gusta mucho la idea de que la gente se adueñe del personaje, exista en su mente, y retomarla cuando tenga 30 años.
¿No te dio miedo un personaje tan intenso emocionalmente?
No, fue una suerte. A veces era difícil pero me ha ayudado este enfoque cronológico y Léa (Seydoux) estaba conmigo. Es verdad que para una actriz hacer un papel que pasa de la adolescencia en el instituto a luego ser maestra y esta educación sentimental que supone es inesperado.
Y ante un personaje tan emocionalmente intenso durante un rodaje de cinco meses, ¿cuál es la estrategia para desconectar?
Hay que descansar y buscar pequeños placeres personales, pero durante cinco meses es verdad que la película forma parte de ti. Lo bueno es que nunca veíamos el final. Todavía tres semanas antes de acabar el rodaje no sabíamos cómo iba a ser el final, si Adèle se iba a suicidar, si iba a salir con el personaje de Samir…
¿Cuál fue tu primera reacción al ver la película?
Es duro, no puedo ser objetiva. Es algo muy personal, es una aventura humana que me ha aportado muchísimo y con la que he aprendido mucho. Todos los actores, cuando vamos al estreno, decimos «mierda, no ha puesto esta escena que me costó tanto» pero luego te das cuenta de que el director ha hecho lo más apropiado para la película, y yo le doy las gracias.
¿Cómo fue la comunicación con Abdellatif Kechiche para crear un universo de intimidad tan intenso?
Abdel, cuando tiene que trabajar con sus musas, con sus actrices, siempre cultiva una relación personal, es alguien que te comprende espiritualmente. Desde el principio estaba prevenida porque Abdel me preguntó si era me daba miedo de interpretar todo lo que implicaba una pasión amorosa así y estar desnuda. Le dije que no. Luego a veces todo iba en un tono de broma. En una escena de desnudo hay al menos dos cámaras, y eso molesta pero también desacraliza la escena. De todas maneras, en Francia Abdel es un genio tal que una actriz siente ganas de entregárselo todo, honra a las mujeres y a las actrices en sus películas.
¿Quedó algo del personaje en ti una vez terminada la película y un rodaje tan intenso?
Todos los recuerdos.
¿Cómo fue tu relación con Léa y en esas escenas tan intensas?
Nos habíamos visto una vez antes del rodaje para conocernos y la primera escena que rodamos juntas fue precisamente una escena de amor. Cuando uno se encuentra con alguien en pelotas eso ayuda también, porque si no se pasa por todas las convenciones de educación y de hipocresía. Así hay dos mujeres y dos actrices cara a cara. Con Léa nunca hubo que forzar nada, todo vino naturalmente. Para mí ha sido como una hermana mayor, nos hemos hecho muy cómplices. Somos actrices de edades diferentes que nos hemos ayudado mucho. A veces en los rodajes hay unas relaciones un poco efímeras y la gente no se ve más, pero con ella me he ido de vacaciones. Ahora somos muy cercanas y la echo de menos porque no ha podido estar aquí.
¿Qué fue lo más difícil de interpretar a un personaje tan complejo y que evoluciona tanto?
Justamente, esa evolución, desde el principio en el instituto hasta que llega a ser maestra. Fueron muy duras las escenas como maestra porque los niños son muy espontáneos, muy naturales y me costó encontrar mi sitio allí, ser autoritaria y al mismo tiempo maternal. Los niños son tan ricos, pero luego de repente ellos tienen unos puntos de referencia que yo no tenía, como la siesta.
Siendo una adaptación muy libre del cómic, ¿qué relación hay entre tu personaje y el del cómic en el que está basado?
No tienen nada que ver. El personaje del cómic es mucho más ingenuo y está sufriendo hasta el final. Se muere de esta historia de amor, mientras que yo vivo.
¿Fue más complicada la dramatización o la naturalidad?
Kechiche decía que una pasión siempre es extrema, es un juego entre los extremos y no necesariamente una dramatización. Cuando llorábamos, no teníamos en el rodaje un maquillador, no venía nadie a quitarte las lágrimas.
¿Qué experiencia previa has tenido para elegir un proyecto como éste? ¿Por qué quisiste hacerla?
Pero no lo elegí, me presenté para obtenerlo en un cásting. Quise hacerla porque Kechiche es el mejor director de Francia, me gustan sus películas, sus escenas de comida, por el hecho de que es una historia simple y acaba de forma muy emocionante y son cosas que le pueden suceder a todo el mundo, porque honra a las mujeres y me gusta también el color de los hombres en sus películas. Siempre ha puesto en relieve a sus actrices, todas han sido recompensadas, todas las que han empezado con él, como Sara Forestier, luego han vivido un despegue. Sabía que él me iba a hacer más allá de mis límites y eso es muy interesante.
¿Esperabas la repercusión que ha tenido la película, el éxito en Cannes y que haya sido abanderada del derecho al matrimonio gay en Francia?
No, no pensaba que la gente se iba a adueñar de la película de maneras tan distintas ni que la gente hablara tanto de ella.
Fue Steven Spielberg quien leyó el premio en Cannes, ¿crees que él podría llamarte o hacer carrera en Hollywood?
Tengo 19 años, no me esperaba un éxito tan enorme. No diría que no.
Comentaba Léa que para ella la escena más difícil fue la de la ruptura. ¿Cómo te preparaste psicológicamente?
Sabíamos que era una escena muy importante, incluso en el cómic se ve. Es la destrucción de todo lo que se ha podido compartir, entonces había que representar una especie de derrumbe. Menos mal que estaba Léa, compartimos muchas cosas y ella me puso en situación, porque ella respiraba de manera distinta, se dirigía a mí como nunca lo había hecho antes, pero lo difícil fue hacerme la inocente cuando sabía que al final me iba a abofetear y me iba a echar.
En Cannes se rumoreó que se coló en el primer pase de prensa para saber las reacciones. ¿Es verdad?
No, en absoluto. Estábamos obligados a ver la película para defenderla. No hay que escuchar los rumores.
Y sobre los rumores de enfrentamientos… Te lo habrá preguntado todo el mundo.
Sí, pero ya se ha dicho todo. Es una aventura humana y en una aventura humana con una pasión hay altos y bajos. Yo sólo me enfado con la gente a la que quiero. Se han dicho cosas en la prensa que estaban algo deformadas y me lo tomo muy a pecho. Nos dimos cuenta de que era mucho mejor lavar los trapos sucios en familia, todo se había deformado y la gente exageraba mucho. Yo no conocía a la prensa. Y después de hablar entre nosotros, entre adultos, el problema quedó zanjado. Pero el problema es que todo el mundo me lo recuerda, a veces con palabras muy distintas.
Has alabado mucho al director, ¿volverías a trabajar con él? ¿Tenéis ya algún proyecto?
No, con él no, por el momento no. Es una fantasía volver a trabajar juntos, pero también Abdel quiere ver otra gente y llevarla de la sombra a la luz. Yo también necesito trabajar con otra gente, pero quizá nos volveremos a encontrar más adelante. No obstante, no son alabanzas, es la verdad lo que digo. Abdel es complejo, me lo ha hecho pasar mal pero siempre me ha empujado hacia arriba. Tiene una pasión que lo devora todo y a veces es difícil seguirle.
¿Fue un rodaje muy duro por su perfeccionismo?
No, es porque Abdel hace muchas tomas y trabaja mucho en soltar, en el desapego. Un rodaje no dura cinco meses. Te da al mismo tiempo mucha libertad, mucho espacio, mucho tiempo para que puedas sentir placer, dejar tu imaginación libre, hacer propuestas, improvisar, y él está siempre esperando el momento mágico, el mejor. Nunca te disfrazas, todo viene de las emociones. Son cuestiones muy sanas y a veces uno se enfada con él, te preguntas por qué tienes que estar haciendo una escena toda una noche. Pero sabemos que, a diferencia de otras personas, él no elegirá nunca una toma en la que no estemos bien, porque él hace películas sobre lo humano y se basa en los actores, y eso a veces le hace ser una persona difícil de llevar.
¿Cuáles son tus próximos proyectos?
Voy a hacer una película con Sara Forestier, que debuta como directora. Ella había actuado como actriz con Abdel en La escurridiza y es la primera vez que va a realizar una película. Hago el papel de una chica tartamuda.
Abdel dijo que la polémica podría haber ensuciado la película, pero también para que ha ayudado porque en Francia ha sido todo un éxito. ¿Qué es más importante, que vaya más gente a ver la película o que la prensa haya distorsionado la visión de la misma?
Lo más importante es ser honesta conmigo misma y que yo sepa la verdad.
La película son los capítulos 1 y 2, y has hablado de una futura continuación dentro de diez años, que ya no estará basada en el cómic. ¿Cómo ves a Adèle dentro de diez años?
Prefiero que otros se adueñen del personaje, no estoy segura. La única seguridad que tengo es que nunca olvidará a Emma, pero afortunadamente seguro que amará a otras personas, se enamorará de maneras distintas, de un hombre o de una mujer, no lo sé, pero no me importa tanto. De todas las relaciones se aprende, se llega con las pequeñas mochilas que vas dejando de un ex y de otro.
Léa comentó que le gustaría trabajar con Pedro Almodóvar. ¿Conoces algún director español con el que le gustaría trabajar?
Si me hubieras preguntado con qué director español me gustaría trabajar, también habría dicho Almodóvar. Él también tiene una manera especial de filmar a las mujeres.
¿Tienes miedo de que un personaje tan fuerte condicione tus próximos proyectos?
No, tengo miedo de que la gente sea algo limitada. Ya lo estoy viendo, la gente va a comparar. Ahora que voy a hacer una película con Sara Forestier, que es de la misma familia y que trabajó para Abdel, para mí es un punto fuerte pero la gente quizá lo considere un riesgo. No me voy a parar a saber lo que la gente dice y tomar decisiones en función de ello.
¿Qué ha aportado el personaje de Adèle a tu vida personal?
Sobre todo la experiencia del rodaje. Quizá es tan personal que no sé ponerlo en palabras.
¿Por qué cree que Abdellatif no se ha centrado en la reacción social y familia por el hecho de que Adèle sea lesbiana y más en la relación entre las dos protagonistas?
Eso lo filmamos al principio, pero al final pensaron que no hacía falta. Esa reacción se ve en las escenas del instituto. Pero eso habría que preguntárselo a Abdel.
¿Has sentido emociones en la película con el personaje que todavía no hayas sentido personalmente?
Ya he estado en algunos estados que no había vivido antes. Eso es lo atípico de Abdel, que te empuja a situaciones emocionales en las que no sabías que podías estar.
Una de las cosas que sorprende de la película es que Abdel elige situaciones como comer con cierta vulgaridad, algo que no es frecuente.
Eso está en todas sus películas. En el comedor nos decía que nos pusiéramos a comer, que él iba a rodar, nos separaba de los compañeros y nos decía que teníamos que llorar comiendo. Para él la glotonería tiene una parte muy importante, porque dan ritmo a la vida de la película. La comida puede ser un gozo o un refugio.
¿Y te siguen gustando los espagueti?
Sí, pero estoy traumatizada con los kebabs, desde la película no los he comido. Incluso cuando todo en mi barrio está cerrado no como kebab. Cuando él hace escenas de comer, las hace desde el principio hasta el final, desde que llega el kebab hasta que te lo acabas limpiándote las manos. Al principio dices «qué bien, espagueti», pero al final estaba empachada. Y la escena del kebab en particular la rodamos a las ocho de la mañana y nos tuvimos que comer seis kebabs. Terminamos la escena, nos íbamos a vomitar y volvíamos, así que ya no me gustan los kebabs.