Es muchas ocasiones, el cine parece estancarse en lo siempre lo mismo, siempre las mismas historias. Al final todo eso cansa. Por ello cuando ves la forma estilística de Yo no soy Madame Bovary piensas que vas a ver algo diferente. Para quien no lo sepa, Yo no soy Madame Bovary está rodada en 4:3 pero en forma circular. Como si se tratase de un antiguo cuadro chino. Esto ya sacude al espectador y le baja las defensas. Pero el experimento sale errado. Su forma estilística no está acompañada por una historia que quiere ser provocadora pero que se queda en nada, aburriendo al espectador durante sus 135 minutos. Yo no soy Madame Bovary es la última ganadora de la Concha de Oro del pasado Festival de cine de San Sebastián, y eso es lo mejor que se puede decir de ella.
Bueno, eso no es lo único. Sus primeros veinte minutos son realmente divertidos y tienen una esencia muy Wes Anderson (El gran hotel Budapest), calcando planos y movimientos de cámara. La película se vuelve loca en estos primeros minutos dejando al espectador sin saber muy bien que está viendo. Y es que la historia es la de una mujer que pide un falso divorcio de su marido para conseguir un segundo apartamento, pero todo le sale mal cuando su marido se casa inesperadamente. Entonces emprenderá un periplo de papeleo de diez años. Esto es básicamente la cinta, hasta que todo se olvida, y la cinta se convierte en un sin sentido. Eso, y que tiene una secuencia en donde se realiza una violación y todo se queda en algo vacío, en donde todo queda en anécdota, pero eso está ahí. Después se critican películas porque una violación queda sin castigo. Ahí lo dejo.
Pero aparte temas comprometidos, la película no ofrece nada para satisfacer al espectador. Su historia es confusa, el formato elegido es bastante deficiente para encuadrar todo el él y hace complicado seguir la historia. Fan Bingbing (X-Men: Días del futuro pasado), una de las actrices mejor pagadas del mundo, es la única capaz de sacar adelante la película. Sí que su personaje es lo mejor que tiene la cinta, pero ella sola no puede mantener el peso de la historia si el resto del reparto no pone de su parte. Feng Xiaogang (Personal tailor) quiere realizar más de lo que realmente pide la historia, quiere ser algo revolucionario, pero no es, ni será el último, en jugar con el formato de la pantalla para contar la historia. Y la duración de la cinta también se antoja excesiva para contar una historia así. Quizás con media hora menos, la cinta hubiera tenido otro aspecto y se hubieran contado mejor sus tramas, pero no, la decisión han sido 135 minutos.
En definitiva, Yo no soy Madame Bovary es una película aburrida y que no ofrece ningún incentivo. Tiene alguna cosa buena, como sus primeros minutos, pero el resto es vacío, confuso y con algunos temas muy drásticos pasados por encima. Su duración tampoco ayuda demasiado. Ganó la Concha de Oro del Festival de San Sebastián, pero había otras que quizás merecían más reconocimiento.
Lo mejor: Sus primeros minutos. Fan Bingbing.
Lo peor: Es muy larga y aburre mucho.
Puntuación: 3/10