Seguramente pocos podríamos presagiar el éxito que ha tenido Un lugar tranquilo, una cinta de terror donde el sonido (o no hacerlo) era lo más importante. Aquella primera entrega consiguió sorprender por muchos motivos, pero quizás el más importante era su atmósfera y que “aquello” que acechaba en las sombras apenas salía en pantalla. Un lugar tranquilo: Parte II, sin el factor sorpresa de su lado, consiguió volver a demostrar que si se hacen las cosas bien todo va rodado. Y no os voy a engañar al pensar que quizás la saga debería terminar en ese momento, pero, de nuevo, me equivoco. Un lugar tranquilo – Día 1 es una demostración de que hay muchas cosas que contar, muchas cosas que demostrar y que hay precuelas que, aunque sepas el final de todo, merece la pena hacerse para mostrar otro lado que quizás no se muestre de la misma manera. Michael Sarnoski se pone en la dirección para mostrarnos lo bello y lo terrorífico del fin del mundo.
Llama la atención como en sus primeros compases, la cinta ya deja entrever hacía donde va a ir dirigida. Es una introducción donde conocemos a los personajes a la perfección, sus miedos, sus inquietudes y donde ya nos comenzamos a preocupar por ellos. Después la cinta tiene un tramo donde la acción, el ruido y los monstruos toman el control hasta que la cinta toma aire, se calma y es donde de verdad comenzamos a ver que es lo que nos quiere contar Un lugar tranquilo – Día 1. Un lugar tranquilo siempre ha sido una saga donde han importado, por encima de todo, sus personajes. Y aquí no iba a ser una excepción. Sus personajes son los que mueven la historia, son los que consiguen que estemos enganchados a ellos durante los noventa minutos que dura la cinta y que suframos si les ocurre algo. Un lugar tranquilo – Día 1 es una cinta mucho más emotiva que sus anteriores entregas, es una cinta donde los pequeños detalles marcan su calidad y nos hacen encogernos en la butaca. Durante su visionado únicamente tenía un pensamiento en la cabeza ¿Cómo pasaría el posible último día de mi vida? ¿Qué es aquello que querría hacer?
Y estas preguntas pueden ser las que se responden con la cinta. Es una cinta donde constantemente están mirando al pasado para hablar del futuro, de las aspiraciones que tenían en la vida y como la vida les ha colocado en otro lugar. Un lugar tranquilo – Día 1 nos habla a nosotros, nos habla sobre aprovechar la vida al máximo, no tener miedo a nada y conseguir aquello que nos hace feliz, ya sea un trozo de pizza o pasar el último día que podamos tener con aquellos que queramos, o un desconocido que se ha unido a nosotros y hemos vuelto a sentir la vida como antes de todo. Pero también tiene grandes escenas de acción y de persecución, pero sinceramente, aquí lo que más importa, como he dicho antes, son sus personajes.
Y quizás también ayuda mucho el reparto de la cinta. Lupyta Nyong’o y Joseph Quinn son los protagonistas de la cinta, dos personajes nuevos y dos personajes que se quedarán con nosotros ya en la memoria. Ella consigue llevar todo el peso de la cinta sobre sus hombros. Es una actriz que sabe reflejar perfectamente con la mirada cualquier situación que se le presente, puede pasar de la felicidad a la tristeza con un simple pestañeo y aquí hace un papel increíble. Él consigue quitarse ese traje de rebelde y rockero que demostró en Stranger Things para darnos un papel mucho más introvertido, mucho más sensible y que consigue robarse parte de la cinta con una de las secuencias más bonitas que he visto en una película de terror.
En definitiva, Un lugar tranquilo – Día 1 es una muestra más que se pueden hacer secuelas/precuelas con una calidad increíble cuando se tiene cariño por aquello que se hace. Se aleja de sus dos primeras entregas en los sentimental y, posiblemente, sea la cinta con más tensión de las tres, pues la ciudad consigue meter el miedo en el cuerpo. No sabemos hasta donde llegará la historia, pero lo que sí que es seguro es que, si siguen por este camino, las cosas van a seguir saliendo bien. Una de las mejores cintas del año y, posiblemente, la mejor de la saga.