En un año plagado de remakes, reboots, y secuelas, se agradece que alguien tenga una pizca de originalidad y se arriesgue con un producto como Tomorrowland: El mundo del mañana. Un lastima que la historia sea un desastre y se convierta en el primer gran “bluff” del año. Ni la maravillosa dirección de Brad Bird (Los increíbles) consigue que aguantemos las algo más de dos horas de metraje que dura este “quiero y no puedo” protagonizado por un soso George Clooney (Monuments men) y la insoportable Britt Robertson (El viaje más largo).
El argumento de Tomorrowland: El mundo del mañana se podría resumir en cómo una muchacha muy inteligente acaba enrolándose en una historia compleja acerca de un mundo paralelo al nuestro, donde están todas las mentes privilegiadas de este mundo con intención de salvarse del nuestro. Tras un prólogo espectacular (donde tampoco se cuenta mucho, pero si que nos deja con la curiosidad de saber más) la pelicula empieza a naufragar por querer ocultar detalles que resultan obvios. Así cuando llega el momento de revelar la sorpresa, esta no asombra, pues se ha dejado intuir durante todo el metraje. Tampoco ayuda que el villano de la cinta no quede claro si es el villano o no. Tomorrowland: El mundo del mañana pretende ser una película familiar que puede resultar compleja en su envoltorio, pero a la hora de la verdad es bastante sencilla. Detrás del guión nos encontramos a ese gurú odiado por mucho y venerado por otros llamado Damon Lindelof (Prometheus).
Brad Bird pone toda su imaginación al servicio de la cinta y consigue unas escenas que nos dejan con la boca abierta. El prólogo con ese niño y su mochila voladora es un genialidad; El momento en el Torre Eiffel recreando la mítica atracción de Disneyland, Space Mountain, es de aplauso; Y la secuencia del enfrentamiento en la tienda (con Star Wars de referencia en casi todos los planos) es maravillosa. Pero ninguno de estos momentos consigue que la historia funcione o termine de enganchar. Apuntar como curiosidad que Bird ha rodado en un formato intermedio entre flat y scope, para potenciar el visionado de la cinta en IMAX. Aquellos que vayan a un cine común que no se asunten si el scope se queda pequeño y el flat algo ajustado, pues es la manera correcta de proyectarse, ya que se carece de una lente específica para esta cinta.
Quien va camino de convertirse en John Williams es Michael Giacchino (El destino de Júpiter) quien vuelve a rendir otro claro homenaje al compositor de cabecera de Steven Spielberg. Sus sinfonías hacen que la aburrida historia se haga algo más llevadera.
Como apuntaba en la introducción parece que Clooney esta en otra cinta. No resulta encantador, no se empatiza con él… es como si estuvieran pensando en todo lo que le han pagado y en lo que se lo va a gastar. Britt Robertson tampoco entusiasma. La nueva chica de moda en Hollywood como siga por este camino va acabar protagonizando telefilms de sobremesa. Tiempo al tiempo. Hugh Laurie (La hija de mi mejor amigo) esta totalmente desaprovechado. Tras sus primeros minutos donde apunta a un villano antológico, su personaje desaparece hasta casi el final. Mención especial para los actores más jóvenes de la cinta, Raffey Cassidy (Sombras tenebrosas) y Thomas Robinson (Un pequeño cambio), quienes resultan los más interesantes de todo el elenco.
En resumen, Tomorrowland: El mundo del mañana es de esas películas que quieres que te guste pues están muy bien hecha, pero por mucho esfuerzo que hagas, la historia hace que naufrague en el intento. Muy triste.
Lo mejor: La puesta en escena de Brad Bird.
Lo peor: El guión.
Puntuación: 4/10