«Cuando el acero me traspasa el corazón y se le llama fiesta y otra vuelta de tuerca. Cuando el sadismo se convierte en tradición y la faena encesta y nadie se molesta»
Grana y oro, Reincidentes.
No he visto ninguna película anterior de Albert Serra. Es un director que me genera pereza en su forma de ser, en su forma de hacer polémica y en el ego desmedido que tiene, también creado por la infinidad de fans y de periodistas que suben su cine hasta lo más alto. Así que la primera película que he visto suya es Tardes de soledad, la ganadora de la Concha de oro en el pasado Festival de San Sebastián. Lejos de ser una película de ficción, Tardes de soledad es un documental taurino que sigue, durante tres corridas, al torero peruano Roca Rey, en donde podemos ver como se prepara para la corrida, las conversaciones que tiene con su cuadrilla y, por supuesto, la corrida en sí. La cinta son dos horas de ver animales agonizando, de primeros planos de un toro muriendo y de infinidad de festejos y vítores al torero por haber conseguido tan grande hazaña. Es una cinta que genera asco en muchas de sus acepciones y donde, sinceramente, no sé donde se ve lo diferencial para no ser un documental taurino de tantos que Telemadrid u otra cadena han estrenado a lo largo de los años. Tardes de soledad volverá locos a los taurinos, pero echa para atrás a todo aquellos que “la fiesta nacional” les parezca una aberración. Una película que me ha generado tanto rechazo que ya la tengo olvidada.
Como he dicho antes, Tardes de soledad recoge diferentes corridas de Roca Rey donde, a través de teleobjetivos, vemos las corridas desde la barrera, siendo testigos de todo lo que ocurre fuera y dentro del ruedo. Lo que pasa que poner en pantalla en la muerte de más de un toro, regodearte en ese sufrimiento mostrándolo, hace que la cinta pierda enteros. No quiero escuchar gritos o palabras que digan que todo eso lo hace de manera poética, dignificando al toro y mostrando el horror que supone esta práctica. No. Albert Serra ensalza la figura del torero por encima de todo, siendo el principal protagonista de la cinta y recreándose, más de lo que debería, en el sufrimiento del toro. Todo esto acompañado de las arengas que gritan desde el burladero, donde las palabras malsonantes son una constante y salir de ese lugar para seguir haciendo sufrir al toro. Es una cinta que, seguramente, consiga que más de uno salga de la sala de cine antes de tiempo debido a lo que le puede provocar la cinta. Y todo lo que rodea al torero también está poetizado de una manera única, como, por ejemplo, la forma en la que se viste, como se prepara antes de entrar al ruedo o, cuando termina la faena, y se da la vuelta de honor con las orejas y el rabo del toro como premio por lo que ha conseguido.
Pero hay algo que, sí que tiene Tardes de soledad que me parece mucho más interesante que el noventa y cinco por ciento de su metraje, y es todo lo que tiene que ver con su cuadrilla o esa soledad a la que hace referencia el titulo de la cinta. Y es que, entre corrida y corrida, que son tres en total y vista una, vistas todas, el director consigue meter la cámara en las furgonetas que llevan al torero y su cuadrilla a la Plaza de Toros. Es en esos momentos donde me interesa mas la cinta, por saber que es lo que se dicen, como se dicen las cosas y como es el colegueo que tienen entre ellos. Todo eso consigue que la película despunte un poco, pero solo ocupa un cinco por cierto del metraje total de la misma. Lo mismo que intentar representar la soledad del torero frente al toro, al publico y los minutos antes de entrar en faena. Esos momentos consiguen algo más que ver, simplemente, la muerte de los toros desde distintos ángulos y mostrando violencia animal en todas sus vertientes. Y es que hay una cinta mucho más interesante dentro de Tardes de soledad que la que ha querido mostrar Albert Serra, consiguiendo cabrear a muchos y alegrar a pocos. Y hay preguntas que quedan en el aire respecto a todo lo que se muestra en pantalla y que el director no ha sabido responder ¿Hubiera mostrado la muerte del torero si se hubiera dado el caso?
En resumen, Tardes de soledad, de Albert Serra, es un documental sobre el torero Roca Rey y sus corridas. La película muestra tres corridas, destacando la preparación, la ejecución y la celebración posterior, pero se centra demasiado en la violencia y el sufrimiento de los toros. Las escenas que realmente aportan valor son las que muestran la relación del torero con su cuadrilla y la soledad que enfrenta antes de cada corrida. Aunque el documental tiene momentos poéticos, su enfoque en la crueldad animal puede resultar perturbador para muchos espectadores. La obra ha generado tanto admiración como rechazo, dejando preguntas sin respuesta sobre la ética de la tauromaquia.