Cuando se anunció Romancero, la nueva serie original de Amazon Prime Video para España, todo llamaba la atención de su premisa, de su idea y de tener una serie de terror ambientada en la España rural. Con esto no podía parar de pensar en el éxito que podría suponer, en especial, después del triunfo que supuso 30 monedas, la serie original de HBO Max, pero donde Romancero cambiaría ciertas cosas enfocándose más en ser algo serie y no tan lleno de humor como la serie de Alex de la Iglesia. La serie creada por Fernando Navarro, guionista de Verónica y Venus, junto con Tomás Peña, Romancero nos sitúa, como he dicho, en la España rural donde un acontecimientos sobrenatural tiene a un pueblo de Almería sucumbido en el terror. La serie, que no oculta en ningún momento la referencia a Déjame entrar, es un quiero y no puedo constante donde el tono de la serie nunca encuentra su sitio y siempre tiene al espectador con mirada de incertidumbre ante lo que ve en pantalla. Quizás el problema fuera mío, pues la ganas que tenia de Romancero me han jugado una mala pasada.
Romancero tiene claro que quiere meter al espectador dentro de su trama, de sus personajes y de su mundo, pero lo hace muchas veces de una manera caótica y sin saber mucho si, después, eso mismo funcionará. Por eso sorprende que el primer episodio tenga cierta fuerza de plantear una historia de vampiros y que, a medida que avanzan los episodios, todo eso se pierda y la serie acabe siendo de todo menos una de terror o suspense. Esto lo digo porque el primero de todos es el capitulo que más elementos de terror y suspense tiene, pues el resto de los capítulos van menguando todo esto en detrimento de una trama donde plantea problemas, todos ellos estereotípicos de la zona donde se ubica su acción, que no terminan de cuajar del todo para el espectador. Quizás, las partes que más funcionan en Romancero sean las que se asemejan a Déjame entrar, en donde la relación de los dos niños protagonistas es el motor de la historia. Alejados de ellos, la trama pierde, cae en todos los tópicos que podrías pensar y nunca termina de arrancar en aquello que propone.
Tampoco ayuda mucho que los personajes que presenta sean todos, un poco odiosos. Romancero se esfuerza en todo momento de poner a sus personajes rápidamente una etiqueta de “este te va a caer mal”, “este te va a caer bien” y así con cada uno de ellos. Y todos ellos están cortados por el mismo patrón de tener un pasado problemático, un pasado lleno de problemas y que les afecta en su día a día haciendo de ellos personas realmente despreciables. Tampoco ayuda que muchos de ellos, en más de una ocasión, estén sobreactuados y notes que se esfuerzan todo lo posible por encajar con un personaje que no les permite demasiado jugar con lo que tienen. Por no hablar de alguna decisión de guion que hará que muchos terminen riendo en lugar de sentir algo más allá de eso. Es una pena porque los actores son de primer nivel y Fernando Navarro es un guionista que puede dar cierta enjundia a sus trabajos. Pero ni los guiones, ni las actuaciones ni todo lo que rodea a Romancero terminan por funcionar.
Es una pena que Romancero sea un quiero y no puedo en casi todos los sentidos. No funciona del todo a nivel actoral, tampoco a nivel guion y menos a nivel dirección. Es una serie que se ambienta en una parte de España donde vuelven a tratar temas estereotípicos de Andalucía, donde en tema principal es volver a saber si el monstruo es el monstruo o somos los seres humanos. Al final, lo mejor que tiene Romancero, es que se ve rápido, pues sus capítulos duran entre 25 y 30 minutos, por lo que al final tampoco exige de estar una hora o más delante de la televisión. Es una pena pues estaba llamada a ser una de las grandes series del año.