Rose Pamphyle (Déborah François (El Monje)) es la hija del tendero del pueblo, y trabaja y vive cada día de su aburrida vida con él. Llegado el momento, decide cambiar de aires y probar suerte en la gran ciudad; consigue un trabajo como secretaria por su gran talento como mecanógrafa, y pronto se ve embaucada en la misión que su jefe y entrenador (Romain Duris (Los seductores)) le ha metido entre ceja y ceja: ser la más rápida del mundo escribiendo a máquina.
Populaire es una película agradable, que entra muy bien por los ojos, a través de una muy cuidada ambientación, un reparto muy acertado y momentos de humor suficientemente simpáticos. Sin embargo, tras una pequeña investigación, se observa fácilmente que, tras el triunfo de The Artist, la intención de agradar al público mundial, y especialmente americano, es casi la misión principal de este proyecto…lo que le quita gran parte de interés.
El guión no tiene apenas ningún misterio, una historia de amor suave con alguna complejidad por relaciones pasadas que se van descubriendo entre algunos de los protagonistas, y por otro lado, una historia “deportiva” que no aporta demasiado, se hace un poco repetitiva pero al mismo tiempo engancha. Lo más destacable del film es el trabajo de ambientación; el vestuario y los decorados contribuyen a crear ese tiempo, finales de los 50 (no es que los haya vivido, pero lo que vemos aquí se parece a la imagen que el cine y la publicidad han creado en nuestra generación), pero sobre todo, el color y la textura de la imagen parecen sacados directamente de un cajón de antaño; es un producto realmente bien realizado y empaquetado. La historia la hemos visto otras veces; una mujer joven de pueblo, siguiendo sus inquietudes, decide probar suerte en la gran ciudad. Allí su belleza y algún extraño talento para la mecanografía le ayudan a encontrar un empleo y nuevos amigos. Entre ellos, su jefe, que ve en ella a la persona que puede culminar sus sueños competitivos que no pudo realizar en su juventud. Entonces decide entrenarla y explotar ese talento para con las máquinas de escribir, participando en una serie de concursos a cuál más importante. El final se intuye desde el primer minuto, y sólo algún escarceo pasado del protagonista con una vieja amiga parece ponerlo en peligro. Añadir respecto a la historia que se nos cuenta que tiene algún tinte machista que hoy chirría un poco; la mujer parece demasiado a menudo un pelele en manos de su entrenador, condenada a cumplir los objetivos que éste ha diseñado para ella, quiera o no. Puede que en el intento de llevar este relato a los años 50, pensaran que en esa época lo que se nos narra pudiera ser hasta avanzado para su tiempo, con una mujer recorriendo mundo para participar en una serie de competiciones; sin embargo, a día de hoy ya puede entenderse como algo retrógrado. Aun así, los momentos de humor son muy acertados, sin llegar a cansar y sin ser excesivamente fáciles; gran acierto del film, que parece medido en todos sus componentes para gustar a todo el mundo, olvidándose quizás de aportar algún rasgo distintivo y realmente interesante.
El trabajo del director debutante Régis Roinsard en el mundo del largometraje, parece poco personal pese a lo trabajado de la cinta; da la sensación de que todo estaba planeado antes por otras personas, y él es simplemente quien tiene que llevar a cabo el proyecto. Es una sensación que posiblemente se aleja de la realidad, pero se echa de menos un estilo personal en la película, una impronta de alguien con inquietudes y de carne y hueso.
Los actores realizan un gran trabajo; el acento se pone casi exclusivamente en la pareja protagonista: Romain Duris aporta su extraño físico, a veces de galán, a veces desagradable, y un conjunto de muecas contenidas que resultan simpáticas y creíbles a partes iguales, dando la sensación a veces de tipo seco pero dejando ver su lado más sensible entre sus gestos duros; Déborah François se muestra bella y frágil, pero también hace honor a su pasado alejado de la ciudad y sabe sacar una gran fuerza cuando es necesario. Los dos tienen química y la complicidad de sus gestos, tanto humorísticos como románticos, nos hacen no despegar la mirada de la pantalla.
El ritmo de la película es bueno, aunque se echa de menos algún momento humorístico más, dado lo bien realizados que están los que podemos ver. Las competiciones de mecanografía se nos muestran casi desde el primer minuto hasta el último, y aunque son bastante trepidantes, parecen la misma escena repetida varias veces. La música también contribuye a que el producto se vea con placer; tanto las partituras que acompañan a las imágenes, como los temas seleccionados para algunos momentos musicales, están igual de bien trabajadas y elegidas que los aspectos de la imagen que ya hemos comentado.
Leyendo esto, pudiera parecer que Populaire (juego de palabras entre la fama que alcanza la protagonista y la marca de máquinas de escribir que triunfa en ese momento) es una película totalmente recomendable…y realmente no lo es tanto. El diseño del producto está muy bien realizado, tanto que parece que el alma de la cinta se ha perdido. Todo está estudiado, tanto los apartados técnicos, como el ritmo, como el teórico impacto del film en los festivales de todo el mundo. Sin embargo, nos encontramos ante una película que realmente no aporta nada más que un buen rato, una protagonista que parece tener un gran futuro en esto del cine y algunos leves aires machistas que parecen haberse pasado por alto, y que pueden llegar a molestar a más de uno.
Lo mejor: Los momentos de comedia están muy logrados. Todo está cuidado y medido, sobre todo en los apartados técnicos. La pareja protagonista tiene mucho carisma y nos hace empatizar rápidamente…sobre todo ella.
Lo peor: La historia no aporta nada serio, y desprende algún tinte machista. En todo momento se percibe la necesidad de agradar a todo el mundo, cosa que no consigue, al menos completamente. Algunas escenas resultan un tanto repetitivas. Detrás del disfraz (muy trabajado) parece no haber nadie.
Puntuación: 6/10