El cine de animación va evolucionando a pasos agigantados, y cada vez son películas que quieren competir con las cintas de personajes de carne y hueso. Por eso, en los últimos años, hemos visto películas en donde los paisajes, las sombras, las luces…todo ello lucía como si fueran imágenes reales, pero todo generado por ordenador. Los muñecos siguen teniendo estética cartoon, pero eso es lo de menos. Lo que no se puede permitir en pleno 2016 son películas como Ozzy. Ozzy es, dicho rápido y mal, una aberración dentro del buen camino que llevaba el cine de animación en España. Tadeo Jones o Atrapa la bandera son claros ejemplos de que la animación en España puede tener calidad, pero lo de Ozzy parece que no han querido esmerarse demasiado. Ni siquiera la primera Toy Story tiene una animación tan prehistórica. Y se podría decir que si la historia es buena se puede perdonar, pero tampoco es el caso.
Ozzy quiere jugar a ser una película de fugas de cárceles. Y todo puede pintar bien si la idea de acabar en una perrera fuera porque alguien por la calle lo ha llevado allí o algo parecido, no porque alguien tiene tan mal corazón de quedarse con los perros cuando sus amos están de vacaciones para meterlos en una cárcel, inventarse un trágico final a la vuelta y explotarlos para hacer frisbees y hacer que los animales parezcan personas. Zootropolis lo hacía bien porque ya te lanzaba esa premisa, no había humanos, los animales eran los humanos. En Ozzy hay humanos, por lo tanto, ponerles a los perros como humanos no me parece la solución. Y así ya la película va cuesta abajo, intentando que algún chiste de los que hay en la película haga levantarla, pero no es el caso. Los chistes son casposos, vistos miles de veces y en muchas ocasiones dan vergüenza ajena.
Y es que, además, la animación es nefasta. Parece que la han hecho rápido y corriendo, sin pararse en muchas ocasiones a fijarse si todo estaba renderizado o terminado, pues en muchas ocasiones hay cosas que cantan demasiado. Además, no está pulida, y parece que ha sido sacada de un videojuego de MegaDrive o de PlayStation en esas secuencias animadas que duraban segundos. Tampoco ayuda demasiado que los dobladores sean, en muchos casos, cameos. Si que pueden destacar Dani Rovira (El futuro ya no es lo que era) como un perro que ayuda al protagonista o José Mota (Angry Birds: La película) como el supuesto villano. Pero tener que oír a Manolo Lama gritar su “Ay mi madre el bicho” deja mucho que desear. También están Michelle Jenner (Nuestros amantes), Fernando Tejero (La chispa de la vida) o Carlos Areces (Cuerpo de élite).
En definitiva, Ozzy es una mala película. Tampoco sé demasiado si el público infantil conseguirá verle la gracia a un producto de tan baja calidad. Pero lo cierto es que películas así hacen ver otras maravillas de la animación con mejores ojos. Espero que aumenten la calidad de la animación y las historias, porque Ozzy es claramente un paso atrás.
Lo mejor: Los homenajes cinéfilos.
Lo peor: Todo.
Puntuación: 1/10