Operación Concha: ¡Vaya estafa!

Antonio Cuadri (Eres mi héroe) toca fondo y arrastra consigo a un grupito de estrellas en ese despropósito llamado Operación Concha. Nada funciona en esta historia que mezcla el glamuroso ambiente del festival cinematográfico de San Sebastián con la trama del timo de la estampita a cargo de un equipo de cine. Cuando aparece el rodillo de créditos finales en pantalla y se encienden las luces de la sala, el único “pardillo” en esta trama es el espectador, que ha perdido 103 minutos de su vida (aunque parecen muchos más) y el coste de la entrada.

Bárbara Mori y Jordi Mollà en Operación Concha

Bárbara Mori y Jordi Mollà en Operación Concha

Un productor en horas bajas, su contable y un director de cine pretender embaucar a una adinerada mejicana para que financie una película, haciéndola creer que un actor de renombre esta interesado en protagonizarla. El caso es que el actor no esta interesado en el proyecto, y el trio de embaucadores busca ayuda en un truhán, que es idéntico a la estrella cinematográfica, para que se haga pasar por el. Todo ello esta enmarcado durante la celebración del 64 Festival de Cine de San Sebastián. La historia esta muy trillada pero podría funcionar si no fuera por un exceso de personajes y situaciones que intentan sorprender al espectador cuando este ya está de vuelta de ellas. Cada pocos minutos hay un giro de guión, pero cuando llega el último acto estos se suceden multiplicados por dos, y lo peor de todo es que son previsibles hasta para un espectador que haya estado encerrado en una caverna un lustro. Una pena.

Antonio Cuadri es un director que lleva mucho tiempo refugiado en la televisión, un medio del que no debe volver a moverse. Decir que Operación Concha esta dirigida cómo una película para televisión de hace 20 años, es soltar un piropo. Tener una localización tan bella como San Sebastián y no sacarla partido (ni para que se le pueda criticar de hacer un panfletillo turístico) es un detalle muy poco acertado. Escenas rodadas con poco, o nada, de gusto se solapan con unos torpes momentos en coche, donde los fondos se mueven en desincronización con el plano. Un verdadero desastre cercano al cine que se hacía deprisa y corriendo en los años 70 en este país. Hay cortometrajes “low cost” en YouTube con más calidad cinematográfica que esta Operación Concha.

Unax Ugalde y Bárbara Goenaga en Operación Concha

Unax Ugalde y Bárbara Goenaga en Operación Concha

Continuando con el desastre, nos encontramos con un reparto en perfecta armonía con el producto. Jordi Mollà (Criminal) desdoblándose en el actor mejicano y su remplazo. ¿A quien se le ocurrió que el remplazo fuera andaluz? Imposible entender al actor catalán cuando es uno y cuando es otro, si no fuera por su vestuario y caracterización. Una mezcla de acentos que hacen imposible el entendimiento de algunas de sus líneas de dialogo. Karra Elejalde (1898. Los últimos de Filipinas) “parece” que hace lo que puede y da la sensación que su personaje aparece y desaparece de la trama de la película constantemente. Se supone que es uno de sus protagonistas, pero apenas se nota su presencia. Ramón Agirre (Plan de fuga) es de lo más interesante si no fuera por que se pasa media película llorando por un hermano que no pinta nada en ninguna de las tramas o acciones de la película. Unax Ugalde (Bajo sospecha) parece comprometido con la película pero las lagunas de su personaje también le hacen fracasar en Operación Concha. Quien merece un aplauso es Bárbara Goenaga (Gernika). La actriz vasca es la única convincente de esta absurda patraña.

En resumen, Operación Concha es de esas cintas que según va avanzando el metraje te planteas quien da luz verde a estos proyectos, si un mono con una palanca o un facineroso, que como los personajes de la cinta, pretende engañar a muchos con grandes nombres de estrellas en el cartel. En ambos casos, quien pierde es el espectador, que después de ver semejante “espectáculo” dejará de apostar por el cine español en próximas visitas a las multicines. Además Operación Concha es de esas cintas que dejan mal ambiente a la salida del cine, genera una sensación de cabreo que tarda un rato en desaparecer. Lo dicho, una pena.

Lo mejor: Por salvarla de este desastre, Bárbara Goenaga.

Lo peor: Que se haya perpetrado esta obra.

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