Tras los “éxitos” de Objetivo: La Casa Blanca y Objetivo: Londres, ahora llega Objetivo: Washington D.C., que es el título que se le ha dado a este capítulo, que principalmente se narra en la capital de Estados Unidos, pero no por ello existe el mismo nivel de acotamiento que en la primera, y en menor medida, segunda entrega. El título sigue la continuación de una mala traducción desde la primera entrega, que en su versión original (Olimpus has fallen) hacía alusión al término que el servicio secreto americano usa para referirse a La Casa Blanca. En esta nueva entrega se hace referencia al término del principal guardaespaldas del presidente (Angel has fallen). Pero lejos de traducciones nos encontramos con una cinta de acción que pierde algo de fuelle con respecto a sus predecesoras y que da síntomas de fatiga. Gerard Butler (Hunter Killer: Caza en las profundidades), con unos kilos de más, y Morgan Freeman (El cascanueces y los cuatro reinos) regresan en esta nueva entrega dirigida por Ric Roman Waugh (El mensajero).
El actual presidente de los Estados Unidos (Freeman) cae en coma tras sufrir un atentado que su guardaespaldas (Butler) no ha podido impedir. Todas las pistas apuntan a que este último ha sido quien ha perpetrado el delito. Esta es la sencilla premisa de Objetivo: Washington D.C.. Pero su argumento se alarga hasta las más de dos horas (incluye una prescindible secuencia post créditos) innecesariamente. Qué se quiera dotar de conflicto al personaje principal, está bien, pero ya se hizo en el anterior capítulo sin alarga la historia en exceso. Objetivo: Washington D.C. es la típica cinta que no debía superar los 100 minutos y se alarga hasta pasados los 120. De la trama de los dos policías que persiguen a Gerard durante el principio del segundo acto, les hablo otro día. Aún estoy pensando que es lo que realmente aportan a la trama principal.
Roman Waugh tomas las riendas de esta entrega con bastante pereza hasta su clímax final, el cual parece retomar un poco la idea de la saga. Butler ha defenderse de un ejército de mercenarios en un edificio de oficinas colindante a un hospital. Todo lo que sucede desde que este llega al hospital hasta el enfrentamiento con el villano final bien merece el precio de la entrada. El resto de secuencias son bastante rutinarias, incluso aquella en la que el protagonista va a ver a su padre y empiezan a volatilizar todo un bosque.
Butler está bastante flojo en esta secuela. Quizá el exceso de peso y la falta de frases lapidarias hacen que el escocés se haya tomado su interpretación con bastante monotonía. Tampoco ayuda que su pareja, en algunos momentos, sea un decrépito Nick Nolte (Una noche para sobrevivir). Freeman es el “letmotive” de esta entrega, por lo que tiene la presencia justa. Y Danny Huston (Noche de juegos) dista mucho de ser un villano de altura, a pesar de tener un buen curriculum interpretando a estos personajes. Apuntar que Radha Mitchell (La cabaña), actriz que interpretaba a la mujer de Butler en las anteriores entregas, ha sido sustituida por Piper Perabo (Mariposa negra), quien tampoco aporta nada nuevo en el horizonte.
En resumen, si por algo se caracteriza esta saga era por lo poco que se tomaba en serio a sí misma. Son productos entretenidos de rápido consumo. Pero este Objetivo: Washington D.C. es soso, algo repetitivo, y bastante desganado. Da la sensación que quisieran enterrar la saga, pero a tenor de sus primeras cifras en EE.UU. es muy posible que en breve tengamos otro capítulo más.
Lo mejor: El clímax.
Lo peor: La escena post créditos.
Puntuación: 4/10