Mi única familia (Hard Truths), dirigida por Mike Leigh, es una película que explora conflictos humanos de una manera directa y angustiosa. Son 97 minutos de puro nervio y llenos de momentos que van a hacer que estemos incomodos en la butaca viendo lo que estamos viendo. La trama sigue la vida de Pansy, una mujer atrapada en una espiral de dolor físico y emocional que desmorona sus relaciones y desata conflictos constantes. Este retrato íntimo de un núcleo familiar en crisis es una potente meditación sobre el sufrimiento, la soledad y el anhelo de comprensión en un mundo que parece insensible. Leigh nos lleva a una travesía emocional que fuerza al espectador a enfrentarse a verdades incómodas.
La película narra la lucha y penurias de Pansy, quien enfrenta un dolor físico que se convierte en el detonante de numerosos conflictos. Su malestar se refleja en cada interacción, discutiendo con su familia, médicos y desconocidos. El guion de Leigh, fiel a su estilo característico, evita el melodrama fácil, aunque en algún momento cae en él, y opta por un realismo implacable que conseguirá que en muchos momentos parezca que hemos vivido alguna situación similar en nuestra vida. Cada enfrentamiento es una expresión de la profunda frustración de Pansy no solo hacia los demás, sino también hacia sí misma, creando un ambiente de constante tensión.
Marianne Jean-Baptiste ofrece una interpretación visceral de Pansy, que puede resultar irascible para el espectador al que seguramente llegue a incomodar en más de una ocasión. Su actuación encarna cada aspecto del sufrimiento de su personaje con una intensidad que es difícil de ignorar. Leigh, conocido por su método de trabajo que incluye largas improvisaciones y colaboraciones con sus actores, logra una autenticidad única en cada escena. El esposo de Pansy, Curtley, interpretado por David Webber, es una figura pasiva que no logra comunicarse con su mujer. Su agotamiento es palpable y Leigh lo utiliza como un símbolo del distanciamiento en una relación cuando la empatía se agota. Moses, el hijo de Pansy, refleja los efectos devastadores del ambiente mal sano en el que vive. Su andar constante sin rumbo por la ciudad es una metáfora visual poderosa del vacío emocional y la falta de dirección que tiene el chico, el cuál solo es visto por su madre como un estorbo y que ve incapaz de conseguir algo en la vida.
La dirección de Leigh emplea un estilo visual efectivo, con encuadres cercanos y casi claustrofóbicos que sumergen al espectador en el mundo emocional de los personajes. Los espacios donde vive la familia de Pansy son fríos e impersonales, reforzando la sensación de desconexión y aislamiento. Es cierto que, en muchos momentos, la cinta puede ser incomoda o que el espectador no consiga entrar en el juego que propone Leight, pues consigue que la protagonista llegue a caer mal por su comportamiento con todo el mundo. Mi única familia (Hard Truths) es una obra que no deja indiferente a nadie, que sigue demostrando que Mike Leight tiene cosas que contar y que, seguramente, muchos momentos se queden en la memoria del espectador.