Hay un momento de Messi, el documental que Álex de la Iglesia (Las brujas de Zugarramurdi) ha dedicado al astro argentino del Fútbol Club Barcelona, en el que uno de sus compañeros de equipo y selección, Javier Mascherano, dice que “Messi es tan argentino como el dulce de leche”. Pues bien, este filme es un dulce de leche en cantidades industriales, empalagoso, exagerado y probablemente innecesario por su forma. Sin medida en el halago y glorificador hasta el exceso. Ese es el gran peligro de cualquier documental que se haga de una figura deportiva, y más de una que todavía está en activo, y De la Iglesia muestra una idolatría tal que pierde la perspectiva. Y sí, puede que un aficionado de Messi, un argentino amante del fútbol o un seguidor del Barça disfruten con este cuento de hadas. Pero incluso entre ese público convencido tiene que acabar chirriando por momentos.
De la Iglesia plantea un documental de entrevistas con figuras deportivas (es Jorge Valdano el guionista de esta pieza, y aparece también conversando con Johan Cruyff), periodísticas y de la vida no deportiva de Messi mezclado con vídeos de sus mejores momentos como jugador, desde niño hasta profesional, y algunos insertos de ficción. Esas secuencias rodadas con actores llaman la atención pero porque generan la misma sensación que el cine deportivo más facilón y previsible: el bueno va a ganar, y lo va a hacer además con una música épica decorando sus triunfos. Las sombras en la carrera de Messi las incluye Álex de la Iglesia de puntillas, con miedo y con ganas de desmentir o justificar más que de mostrar, e incluso sorprende que el repaso a la parte profesional de su carrera sea tan disperso. Se habla mucho más de Messi como chaval que de Messi como futbolista profesional.
La pregunta es si necesita una figura tan magnificada ya a diario en la información tanto adorno en un documental como este. Y la respuesta es que no. Lo curioso es que incluso el propio filme le desmarca de esas actitudes, destacando su normalidad y comparándole con la posición contraria, la del Maradona (que interviene en la película, mirando directamente a la cámara y hablando al propio Messi) que siempre quiso ser un personaje además de un futbolista. Es de suponer que precisamente por eso Messi no aparece entrevistado en este documental. ¿Qué habría podido decir si el objetivo es glorificarle? Es evidente que estamos hablando de uno de los grandes nombres de la historia del fútbol, pero si el objetivo es insistir en lo grande que es sin aportar mucho más el acertamiento a su figura es fallido o, dicho de otra manera, redundante.
Incluso hay un caos cinematográfico que resulta difícil de comprender. De la Iglesia hace un montaje frenético, en el que realiza incontables insertos, deja frases incompletas, preguntas sin respuesta, dejando en el aire palabras que pierden toda importancia cada vez que aparece en pantalla una imagen del Messi real haciendo diabluras con el balón, que es lo que apasiona al aficionado al fútbol. Lo que añade el documental rara vez acompaña la belleza de las imágenes deportivas, e incluso despista. Es verdad que hay algunos testimonios interesantes, los de sus entrenadores en categorías inferiores tanto en Argentina como en España, pero casi todo forma parte de un ideario ya conocido del futbolista después de incontables horas de televisión y páginas de prensa dedicados a su persona.
Al final, queda la sensación de que Messi quiere ser más grande que la realidad, y eso es un documental no termina de funcionar porque manipula emocionalmente con una facilidad asombrosa, incluso señalando a José Mourinho como el malo de la película en sus brevísimas apariciones de una forma maniqueista y hasta tramposa. Eso es, en realidad, lo que va mostrando la película en todo momento: siempre parece esconder algo, destacar algo, justificar algo. Y eso no lo necesita alguien que destaca por sus propios méritos pero que, como se llega a decir en algún momento de la película (casi como una justificación del propio cineasta), es humano, “un pibe” en palabras de un poético César Luis Menotti. Messi se sostiene por el fútbol, pero no por la pretendida aproximación documental.
Puntuación: 3/10