Icíar Bollaín se posicionó en boca de todos con Te doy mis ojos, una cinta laureada en los premios Goya donde consiguió el preciado premio a la mejor película. Después, Icíar ha ido tejiendo una carrera realmente memorable con títulos como El Olivo, una de las más laureadas, o También la lluvia. Ahora regresa, un año después de La boda de Rosa, con una cinta completamente distinta a lo que fue aquella y con ETA de por medio. Hace cosa de un año, durante el confinamiento, La línea invisible supuso la primera serie que hablaba de la formación terrorista en la ficción, una ficción que fue olvidando a ETA a medida que pasaban los años y no se atrevían a tocar el tema como era debido. Después, el Festival de San Sebastián, programó Patria, la serie que adaptaba la novela de Aramburu. Con ellas, el tema de ETA volvía a estar en boca de todos, casi siempre de una forma polémica, pues parece que superar esas cicatrices cuesta mucho, pero ya empezábamos a ver como los directores y directoras conseguían sacar adelante estos proyectos. Y Maixabel es uno de ellos.
Maixabel cuenta la historia real de las primeras entrevistas que tuvieron lugar entre las víctimas del terrorismo y los miembros de la banda encarcelados. Este es el resumen rápido de la cinta, una cinta que tiene el sello habitual de Bollaín, pero que le falta quizás algo para terminar siendo una cinta mucho más memorable. Es sensible, tiene un tratamiento del conflicto diferente y sabe dar a sus protagonistas el tiempo perfecto para desarrollar su historia, pero hay algo que falla. Quizás sea que la cinta tarda mucho en arrancar, tarda mucho en llegar al punto de la historia y todo parece un prologo muy alargado para luego el desarrollo rápido de la trama en pocos. También porque Bollaín sobre explica mucho las cosas. Los personajes hablan, describen cosas que luego van hacer, no deja que sean los propios personajes quienes hablen o se desarrollen como es debido. Es algo que sucede durante toda la proyección y termina creando una sensación de cero sorpresas en el espectador.
También que las tramas de los personajes están muy descompensadas y lo que es la historia de los propios protagonistas termina decayendo respecto a la de los secundarios. En la película interesa mucho más la historia del etarra al que interpreta Urko Olazabal, que el del propio Luis Tosar. Y algo similar ocurre con Maixabel, interpretada por Blanca Portillo, que queda deslucida por la historia de su hija, interpretada por María Cerezuela. Son estás historia las que terminan trascendiendo mucho más que las principales que plantea la cinta, tienen mucho más interés, y eso es algo que le pesa mucho a la cinta. La dirección de Icíar Bollaín es buena, es académica, sin salirse de la norma y mostrando lo que quiere mostrar, aunque no tiene riesgos, hace lo que tiene que hacer para contar la cinta. Al igual que las interpretaciones, donde todos y cada uno de los actores está realmente bien, pero es algo que al final no puede dejar entrever que la cinta podría haber tenido mucho más punch del que ha tenido al final.
En definitiva, Maixabel es una historia que quiere contar algo nunca antes contado. Es algo que está ahí y por mucho que se intente ocultar esa época, hay que recordarla. Desde hace un año las historia sobre ETA han cogido más fuerza que nunca, ahora solo falta que se sigan haciendo. La cinta de Icíar Bollaín está llena de intenciones de contar algo que no se ha contado antes, de poner en boca de espectador una etapa que se desconocía, pero que no termina de ser memorable al tener un guion algo perezoso en muchos tramos.