Los últimos románticos, dirigida por David Pérez Sañudo, es una adaptación de la novela de Txani Rodríguez, Los últimos románticos. La película se presenta como una reflexión profunda sobre la precariedad emocional y laboral a través del personaje de Irune, interpretada por Miren Gaztañaga. Irune es una mujer solitaria y ansiosa que trabaja en una fábrica en un pequeño pueblo vasco. Su vida cambia abruptamente cuando descubre un bulto en su pecho, lo que coincide con un conflicto laboral en su fábrica. Este giro en su vida la enfrenta a una serie de dilemas personales y laborales, y le brinda la oportunidad de una transformación interna inesperada.
La película se caracteriza por su tono melancólico y un retrato realista de la cotidianidad, manteniendo el espíritu de la novela original, pero con ciertas libertades creativas que enriquecen la adaptación. Pérez Sañudo destaca por su habilidad para representar las complejidades emocionales de los personajes en medio de situaciones adversas, algo que ya demostró en su obra previa Ane. En este caso, Los últimos románticos navega entre géneros, desde el drama hasta toques de realismo social, y captura la belleza de lo cotidiano a través de la mirada introspectiva de Irune.
Miren Gaztañaga ofrece una actuación sutil pero poderosa como Irune, la protagonista, quien se enfrenta a la soledad, la ansiedad y las tensiones laborales en una pequeña fábrica vasca. Su interpretación refleja de manera precisa las emociones internas de su personaje, con momentos de introspección y vulnerabilidad. Gaztañaga consigue transmitir el agotamiento emocional y la desesperación de Irune, pero también su fortaleza silenciosa al enfrentarse a los cambios y la enfermedad. Mikel Losada también destaca en su rol secundario, ofreciendo una interpretación que complementa el conflicto interno de Irune. Su personaje representa una de las pocas conexiones humanas en la vida de la protagonista, y su presencia en pantalla ayuda a construir la narrativa emocional de la película. Aunque su papel es más limitado, Losada aporta equilibrio y una actuación convincente que añade capas a la compleja relación entre los personajes.
Bajo la dirección de Pérez Sañudo, los actores logran mantener un tono contenido y realista, en línea con la narrativa minimalista de la película. El director permite que las actuaciones sean el centro de la película, sin recurrir a excesos dramáticos, lo que permite que los pequeños gestos y los silencios hablen por sí mismos. Las interacciones entre los personajes están cargadas de una tensión emocional que va aumentando a lo largo de la película.
En resumen, Los últimos románticos es una obra íntima y emotiva que aborda temas de alienación, lucha personal y la búsqueda de sentido en un entorno hostil, destacándose como una de las películas vascas más relevantes del año. Es una película que atraerá a quienes disfruten de un cine pausado, introspectivo, y que ofrece una reflexión sobre la vida contemporánea en el País Vasco. Aunque quizás pueda parecer algo lenta para algunos, los que se dejen llevar por su ritmo encontrarán una experiencia cinematográfica rica en matices y emociones.