El amor, la amistad, el compañerismo, los corazones rotos y el encuentro de una nueva ilusión. Todo eso es lo que encontramos en Los exiliados románticos, una cinta que es capaz de ponerte en la piel de los tres protagonistas como si fueras tu mismo, y más, si cada uno de los personajes tiene aspectos que se asemejan a tu personalidad. Eso es lo que me ocurrió a mí. Es por eso que Los exiliados románticos consigue entrar dentro de ti, y por la naturalidad que muestra en todo momento. Una naturalidad que hace que todo sea real y creíble, es por ello que la cinta gustará.
Los exiliados románticos cuenta la historia de tres amigos que viajan desde Madrid a Paris en busca de viejos amores o de esos amores idílicos que parecieron ser más. Es la búsqueda de una felicidad, de una forma de ver la vida y de encontrarse con ellos mismo. Aunque pueda sonar a pedantería de la buena, lo mejor de la película es que no esconde un trasfondo que te haga estar midiendo cada plano o ver cada escena muchas veces. Su trasfondo se encuentra en como los personajes van evolucionando, van cambiando a la vez que sus vidas cambian y pegan un giro de 360º. Y ese viaje también lo hace el espectador con ellos, va viendo cada momento de sus vida, quizás, si se siente identificado con los personajes.
El espectador puede ir planteándose aspectos de su existencia al ver la vida de esta panda de amigos. De querer hacer un viaje, de querer buscar ese viejo amor o, por que no, buscar ese amor idílico que todos vamos buscando. La cercanía también de Jonás Trueba (Los ilusos) hace que todo gane. Su cámara está siempre encima de ellos, en los momentos más íntimos se sitúa al lado de los personajes, haciendo que la naturalidad siga adelante. Además, la cinta no cuenta con un guión como tal. Jonás rodó la película día a día, teniendo una idea de lo que quería hacer, pero la hizo con amigos y disfrutando de lo que vivían. Es por eso que las emociones o todo lo que muestran los personajes es más real que algo que lleva meses gestándose. Se podría decir que es el rodaje de una panda de amigos en verano.
Incluso su duración acompaña, 70 minutos son muy bienvenidos en una época donde todas las películas parecen destinadas a superar los 120 minutos. Pero la cinta también tiene algún que otro fallo. Conocemos poco de los personajes, aunque viéndoles sabemos de que palo van. No se nos presenta ningún tipo de ayuda a la hora de situar a los acompañantes de estos viajeros. Y, al final, tanta cercanía e improvisación puede hacer que muchos piensen que el director y ellos mismos han hecho esta película únicamente por pasar el rato y ver si conseguían algo importante. Pero si dejamos de lado estas cosas, podemos disfrutar de un cine español que únicamente quiere hacer ver que la vida hay que vivirla. Y conmigo lo ha conseguido.
Lo mejor: La personalidad de los tres protagonistas.
Lo peor: Que al final parezca que se ha hecho únicamente para pasar el rato.
Puntuación: 7/10