Las chicas de la estación: El oscuro secreto de la estación

El cine muchas veces ha servido como expositor para denunciar muchos temas que en la actualidad están algo escondidos en la sombra. Temas que, seguramente, nunca salgan a la luz en los temas de conversación del día a día. También temas que muchas veces los informativos no muestran o pasan por encima de una manera tan rápida que no te da tiempo a pensar que es lo que han dicho. Las chicas de la estación viene a poner el foco en un tema tan delicado e importante como es la prostitución de menores. Juana Macías abandona por un momento las comedias de enredo para volver a sus orígenes de un cine social y de denuncia que, ciertamente, sigue siendo muy necesario en España. Su trabajo tras las cámaras es impecable pero no consigue, en muchos momentos, mantener la fuerza que el relato necesita y pasa también muy por encima de algunos temas importantes. Es una película que podría haber sido imprescindible para entender en muchos momentos el problema que plantea, pero termina cayendo en algunos de errores de este tipo de cine denuncia.

Julieta Tobío en Las chicas de la estación

Julieta Tobío en Las chicas de la estación

La historia gira entorno a unas chicas que viven en una escuela tutelada porque sus padres no se pueden hacer cargo de ellas o han tenido algún problema con sus progenitores. Todo cambia cuando su artista favorita va a dar un concierto y tienen que reunir el dinero para conseguir ir, es entonces cuando aparece una antigua residente de su escuela, que las ofrecerá dinero a cambio de encuentros con adultos. La historia está basada en hechos reales de chicas que han tenido que vender su cuerpo por algo de dinero y después, al intentar salir de ese mundo, no han podido por las amenazas a las que son sometidas. Toda la parte que tiene que ver con el tema de la prostitución, de lo mal controlada que está por parte de los estamentos es, quizás, lo que hace que la cinta gane algún entero. Son secuencias realmente duras, sin ningún tipo de adorno y que van directas al espectador que, seguramente, en más de una ocasión quite la vista de lo que está viendo. Es por eso quizás por lo que funciona toda esa parte, porque consigue lo que se hace día a día que es quitar la vista.

Pero cuando la cinta quiere hablar de la esperanza, de las ilusiones de las niñas y del colegio donde están, pierde bastante. Pierde porque la cinta no sabe equilibrar bien el drama de los momentos de la estación con estos otros. Se limita a poner en el camino obstáculos para las niñas y que vayan, por así decirlo, evolucionando poco a poco. Pero la evolución de ellas viene por lo otro, no por lo que nos quieren contar en los momentos más tranquilos. También se guarda un momento para hacer una critica a todas esas personas que parece que quieren ofrecer su ayuda y en lugar de eso parece que buscan una excusa más para tener algo con las chicas. Los diálogos, en muchos casos, parecen impostados o no están del todo bien definidos y, por muchos momentos, causarán sonrojo. Especial mención a cuando las chicas están lanzando sus pensamientos, pero en lugar de hacerlo con una voz en off lo hacen ellas de verdad. Las chicas están increíbles y consiguen convencer en sus papeles, destacan Salua Hadra y Julieta Tobío, que son las que llevan casi todo el peso de la cinta.

Salua Hadra en Las chicas de la estación

Salua Hadra en Las chicas de la estación

Las chicas de la estación no es que sea una mala película, pero no sabe compaginar los momentos de denuncia con los momentos más tranquilos. El trabajo de Juana Macías es muy bueno detrás de las cámaras y tiene a dos actrices realmente inspiradas, pero no ayuda demasiado algunas decisiones artísticas y unos diálogos que no consiguen convencer.

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