Ken Loach (Tierra y libertad) regresa a la cartelera y para sorpresa del que escribe estas líneas lo hace con una comedia con breves pincelas de drama, algo inusual en su filmografía. Sin duda una película que da mucho más de lo que aparentemente ofrece.
La cinta arranca con una escena muy cómica para meternos de lleno en una serie de secuencias dramáticas que hace pensar que estamos ante una cinta más de Loach, pero de repente, comienza una aventura sobre el futuro y la reinserción en la sociedad que arrancara más risas que lagrimas. Y es que a un grupo de delincuentes penados con obras sociales, el coordinador comienza a instruirles en el buen arte de la cata de whisky y aquí es donde empieza la gracia, que nos desvelaremos como termina, pero para nada con los finales que nos tiene acostumbrado el director. El guión es obra del Paul Laverty (También la lluvia), colaborador habitual del director, y especialista en retratar la sociedad actual inglesa.
De la dirección de Ken Loach, poco podemos decir de este director que nunca defrauda. Sigue retratando la vida de los personajes como si de un documental se tratara, solo cerrando planos cuando la cosa es algo más serie o profunda. Sin duda un director que sigue fiel al estilo al que nos tiene acostumbrado cuando firma películas sobre la sociedad actual como La cuadrilla o Sweet sixteen (Felices dieciséis).
Pero sin duda el gran acierto de Loach en esta cinta es el estupendo casting de caras pocas conocidas. Desde el macarra de barrio que quiere, y no sabe como, reformarse interpretado por el debutante Paul Brannigan hasta el coordinador, figura paterna de este grupo, interpretado por John Henshaw (Buscando a Eric). Mención especial para el actor Gary Maitland (Tickets) quien es la verdadera sorpresa de la cinta por sus momentos de humor que llegan a rozar el de grandes genios del cine mudo, atentos a la primera escena de la cinta que le tiene a el como protagonista.
En resumen, parece que Ken Loach esta viendo la vida de otra manera. Sigue estando marcado por el drama, pero en esta cinta deja entrever algo de esperanza. Y es que en época de crisis el público necesita reírse y Loach se ha dado cuenta.
Lo mejor: Cada una de las secuencias que comparte Paul Brannigan y John Henshaw. Mucha química y una lección de amistad y confianza muy creíble.
Lo peor: Que muchos se pierdan una buena película por pensar que es otro drama de Ken Loach.
Puntuación: 8/10
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