La nueva cinta protagonizada por el televisivo Hugh Laurie (House), es una de esas películas que plantean un dilema muy interesante pero que sus responsables no saben dar respuesta. La hija de mi mejor amigo es una cinta dirigida a un público adulto al que pocas veces se le tiene en consideración en la cartelera. Una lastima que sea una película fallida.
La historia como bien define el titulo en castellano, gira entorno a la hija del mejor amigo del protagonista. En su versión original la cinta se titula The oranges, haciendo referencia al barrio residencial donde viven las dos familias protagonistas. Un maduro en plena crisis matrimonial por aburrimiento y monotonía acaba liándose con la hija de su mejor amigo y vecino. Lo que a continuación sucede es una explicación bastante interesante sobre el concepto de felicidad y ser feliz, algo muy interesante que los guionistas no terminan de completar y caen en un bucle repetitivo para ir a la solución más rápida y sencilla. Empieza con un ritmo trepidante, para a los 30 minutos estancarse en situaciones que no aportan mucho a la trama.
El director Julian Farino, curtido en mil y una series de televisión como Sexo en Nueva York o Big Love, se limita a encuadrar la acción en su segunda cinta para la gran pantalla. No se complica y cumple dejando todo el peso de la acción en los actores como si de una obra de teatro se tratara.
Indudablemente lo mejor de la cinta son los actores, destaca Oliver Platt (2012), por que es quizá al que más cariño cogemos, un pobre hombre casado con su monótona mujer que encuentra una vía de escape comprando mil y un cacharros con una utilidad un tanto dudosa en algunos casos. Hugh Laurie nos resulta extraño, a pesar de que intenta quitarse la etiqueta del jocoso doctor, esta muy serio, no tiene chistes y queda casi siempre eclipsado por la belleza de su joven pareja, Leighton Meester (Desmadre de padre). Digo belleza por que su papel no dista mucho de otros que ha interpretado, estando aquí más soportable de lo normal.
En resumen, La hija de mi mejor amigo plantea un concepto interesante que llegando a su final no pone en practica. La felicidad es la felicidad y mientras no hagas daño a nadie con quien más da con quien la vivas. Los fans de la serie House que acudan a ver a su medico de cabecera, mejor que se cambien de consulta, aquí el doctor no reparte sarcasmo sino miradas dubitativas que quizá a alguien le hagan pensar, y deberían reaccionar, no estancarse como se queda la cinta.
Lo mejor: Es un producto menor que no pretende engañar a nadie.
Lo peor: El planteamiento da para mucho y no saben sacarle partido.
Puntuación: 4/10