La forma del agua: La magia de las historias

Vivimos en una época cinematográfica donde la espectacularidad, las explosiones y la acción por doquier se apoderan desde el minuto uno del relato. Y así estamos frente a la pantalla dos horas. Se ha perdido cierto arte de contar historias, de contar cuentos, fábulas o leyendas. No recuerdo la última vez que vi una cinta donde la historia, ese cuento que el guionista/director me quería contar. Por suerte, La forma del agua es una auténtica maravilla que retoma esa idea de contar una historia, con unos personajes fuertes, un guion solido y un in crescendo en el ritmo que hace que no despegues los ojos de la pantalla en ningún momento. Guillermo del Todo (La cumbre escarlata) sigue sacando de dentro sus monstruos interiores y regalándonos historias únicas, llenas de vida y de emociones. Porque el cine también es emoción, y La forma del agua emociona de una manera muy especial.

Sally Hawkins en La forma del agua

Sally Hawkins en La forma del agua

Hay historias, por ejemplo, que, a la hora de querer emocionar, lo hacen convirtiendo el texto en un mar de lágrimas fáciles para el espectador, forzando la situación mucho. La forma del agua, por ejemplo, lo hace desde la naturalidad. No hay ninguna situación que se vea forzada para que el espectador se emocione con el relato. Es esa naturalidad lo que hace que empaticemos con los personajes, con todos y cada uno, que queramos entrar en la pantalla para echarles una mano o salvarles de alguna situación. Y es que ver La forma del agua es igual que estar en tu rincón favorito leyendo tu libro favorito. La forma del agua es un libro visual. La presentación de los personajes, la decisión de los planos y el ritmo de la cinta en muchas ocasiones puede recordar a un libro que no puedes parar leer. Guillermo del Toro ha sabido que tocaba contar una historia más allá de la espectacularidad, más allá de las explosiones o de caer en ciertos tópicos fáciles.

Y eso no lo consigue realizando una dirección que pretenda ser importante, lo hace desde el clasicismo. Y esa es otra de las cosas que brillan en La forma del agua: Lo clásico. Además de ser un homenaje al arte de contar historias, es también un homenaje al cine clásico. Guillermo del Toro es un hombre que respira cine por todo su cuerpo y, en su filmografía, podemos encontrar infinidad de referencias, en esta lo que encontramos es ese cine clásico que hizo grande a Hollywood. Eso lo vemos en la elección de los planos, la cercanía con la que graba a Elisa o a la criatura, la forma tan especial que tiene de contar esta historia de amor o con poner, simplemente, imágenes de actores del pasado y cintas que pudieron marcar un antes y un después. Las referencias de Del Toro son infinitas. Y a esto también ayuda la soberbia partitura que ha compuesto Alexandre Desplat (El árbol de la vida) para la cinta. Su banda sonora respira ese aroma a la música del cine de los años treinta o cuarenta, una música que acentúa el relato y hace que la inmersión sea mayor. Y es que cada uno de los pequeños temas que escuchamos es una pieza única.

Y para clásico, Sally Hawkins (Blue Jasmine). Ella es la película. Somos en todo momento sus ojos, sus emociones, sus miedos, sus alegrías y sus pasiones. Guillermo del Toro la convierte en un personaje mudo, la cual se siente sola y observada como un bicho raro. Sus personajes es ternura, es amor y te alegra con solo verla en pantalla. Su sonrisa queda marcada para siempre en la memoria. Y es que Guillermo del Toro juega con nosotros y los personajes. Y lanza un mensaje tan obvio como necesario ¿Quién es realmente el monstruo de la película? ¿Nosotros o los propios monstruos? Y es que por muy tonto que parezca, es un mensaje necesario, en especial cuando los seres humanos nos creemos los Reyes del mundo y nos ponemos a destruir aquello que supone una amenaza, aunque no lo sea. Y esto está reflejado en el personaje de Michael Shannon (El hombre de acero), un ser humano realmente monstruoso.

Sally Hawkins en La forma del agua (2)

Sally Hawkins en La forma del agua (2)

La forma del agua está dentro de esas películas hechas con el corazón, con amor por el séptimo arte y por querer llevar tu historia hasta el final. Guillermo del Toro nos regala una auténtica preciosidad visual y llena de emoción, una cinta única y especial que conseguirá cautivar incluso a quienes este tipo de cintas no les atrae. Y es que La forma del agua es una de las cintas del año, no sé si decir la mejore de su director, porque estoy seguro de que Guillermo del Toro todavía nos tiene preparadas algunas cosas más. Por ahora id al cine a ver esta auténtica obra de arte que os cautivará.

Lo mejor: Sally Hawkins y como Guillermo del Toro cuenta su historia.

Lo peor: Que no se le tenga tanto reconocimiento por ser una cinta diferente.

Puntuación: 9/10

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