La fiesta de despedida: Yayos terminators

Desde el estreno de Mar adentro allá por el 2004, el tema de la eutanasia pareció convertirse en un tema tabú en algunos países, como en España. Pero ha pasado el tiempo y han sido algunas las películas que lo han tratado de una u otra forma. Hace dos años, la mejor película del año fue Amor, que no contaba una historia sobre la eutanasia pero si que lo daba a entender. Ahora llega La fiesta de despedida, una cinta israelí que ha triunfado en los diferentes festivales donde se ha presentado. Y es que esta fiesta de despedida trata sobre el derecho de las personas a decidir cuando quieren dejar este mundo para dejar de sufrir. Pero Tal Granit y Sharon Maymom, los directores de la cinta, consiguen a medias convencer ya que las partes dramáticas interesan más que el humor. Vale que quieras quitar hierro al asunto, pero la comedia no convence.

Ilan Dar y Raffi Tavor en La fiesta de despedida

Ilan Dar y Raffi Tavor en La fiesta de despedida

La fiesta de despedida es una historia dura. Por mucho humor que los directores quisieran meterle. Es una historia de superación de perdidas y de dejar marchar a aquellos que no pueden seguir adelante. Y todo ello lo cuenta a través de un grupo de ancianos que inventan una máquina de automuerte porque a ellos les cuesta más pulsar el botón fatídico. Así que son los propios enfermos quienes deciden si quieren morir o no. Y eso es algo que no tendrían que decidir terceros. Y esa premisa de los “Yayos terminators” es algo que funciona cuando más cercano al drama estamos, ya que la comedia saca de la película. Saca porque, aunque en algunos momentos quieres relajarte de la dura historia, no están introducidos (a mi parecer) en los mejores momentos (salvo la primera broma nada más empezar, que es de aplauso).

Ze'ev Revach en La fiesta de despedida

Ze’ev Revach en La fiesta de despedida

Pero los dos directores se mueven como pez en el agua cuando a drama se refiere. Saben manejar de una manera perfecta cada tempo. Saben colocar la cámara de la manera en la que los espectadores se darán cuenta de lo que significa ese plano y que quiere trasmitir. Si hay una escena con la que realmente me quedo dentro de la cinta esa es la cuando el personaje de Ze’ev Revach llega a casa después de haber llevado la máquina a una enferma y habla con su mujer, interpretada por Levana Finkelstein, que está tumbada en la cama después de haber intentado quitarse la vida al sufrir un Alzheimer que no la deja avanzar. En una sola escena, con un solo plano, se percibe el dolor de todo. Como el marido no quiere ver lo que sucede dentro de su propia casa. Una escena que quita el hipo.

Y es gracias a cosas así y a los actores que tienen, la película aprueba y es muy pasable. Pero tiene ese pequeño lastre, el de que la comedia no termina de cuajar, y que se parece en muchas ocasiones a Amor. Aún así, la cinta es entretenida, no aburre, te toca el corazón y te deja reflexionando. Una cinta que triunfa cuando más te toca el corazón que cuando más drama toca.

Lo mejor: La dirección y la historia de la cinta.

Lo peor: Que la comedia en muchas ocasiones no pega.

Puntuación: 6/10

Ficha artística y técnica

Israel y Alemania. Título original: Mita Tova. Dirección y guion: Tal Granit y Sharon Maymon. Interpretes: Ze’ev Revach (Yehezkel), Levana Finkelstein (Levana), Aliza Rosen (Yana), Ilan Dar (Dr. Daniel), Raffi Tavor (Raffi Segal), Yosef Carmon (Carmon), Hilla Sarjon (Noa). Producción: Moshe Edery, Leon Edri, Osnat Handelsman-Keren, Thanassis Karathanos, Talia Kleinhendler, Haim Mecklberg y Estee Yacov-Mecklberg. Música: Avi Belleli. Fotografía: Tobias Hochstein. Montaje: Einat Glaser-Zarhin. Diseño de producción: Arad Sawat.

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