Creo que no hay nadie en el mundo del cine que sea mejor preparando pasteles que Nicholas Sparks. Sus libros son todos líderes de ventas y hacen que las historias de amor acaben atragantando al personal. Todas y cada una de ellas tiene una sobredosis de azúcar, cosas bonitas y personajes arquetípicos que nos conocemos en todo momento como van actuar y que decisiones afrontarán en un futuro. Y así es como La decisión (En nombre del amor) es otra historia empalagosa de Nicholas Sparks, es de esas hechas para llorar a moco tendido mientras tenemos entre las manos una tarrina de helado de chocolate. Y es que desde el inicio de la cinta ya sabemos cómo va a terminar este pastel cocinado con los ingredientes de todas las películas con el sello Nicholas Sparks.
La decisión (En nombre del amor) vuelve a poner sobre la mesa los mismos personajes, las mismas situaciones y casi los mismos escenarios que se pueden leer en las novelas de Sparks. Playa, casitas a la orilla, chica estudiosa que conoce a chico malo y mujeriego, se enamoran, pero es amor prohibido, pero da igual, el amor es más grande que todo. Y para más INRI, veinte últimos minutos de llorera por no saber cómo se acabará la historia si bien o mal, pero claro es Nicholas Sparks, siempre acaba bien. Toma pastel del bueno. Y es que la película no tiene ningún incentivo que digas “venga, vamos a verla”. No. Porque en todo momento todo se pinta de pastel, de color amor, de color “viviremos juntos para siempre”. Y perdonadme, pero el amor comienza a cansar. Estas historias de amor felices empiezan a saturar ¿para cuándo una cinta de amor de verdad? ¿Dónde están las discusiones? ¿Dónde están los momentos tensos? Estamos cansado de ver siempre la misma historia.
Y es que parece que estas películas se hacen con el piloto automático, sólo se piensa en enternecer todas las escenas, que nos pongamos en situación y que al final la lágrima salga. Nunca se innova, siempre tiran a lo fácil, y todas son iguales. Se podría decir lo mismo de las películas de superhéroes, pero bueno, en ese cine en alguna ocasión se intenta algo diferente. En el otro no. Y parece que quiero dar palos a Nicholas Sparks, pero no es así, es un llamamiento a ese cine romántico. Por favor, innoven o intenten buscar otros caminos menos luminosos, menos azucarados y menos estereotipados. Los actores de la cinta hacen lo que pueden, destacando a Benjamin Walker (En el corazón del mar) y Teresa Palmer (Triple 9), que son la pareja protagonista. Y sigo preguntándome que pinta en la película Tom Wilkinson (Negocios con resaca), pero bueno, hay que pagar las facturas. También luce palmito Alexandra Daddario (San Andrés).
En definitiva, La decisión (En nombre del amor) es una mala película, pero por suerte sale directamente en VOD y alquiler por lo que no ocupa plaza para que otra película se estrene. Sigue siendo lo mismo de siempre pero quizás más empalagoso. Ya no interesa, y creo que nunca más va a volver a interesar. Sólo para aquellos que busquen ver una película, dejar el cerebro apagado y pasar de todo.
Lo mejor: Teresa Palmer por su frescura.
Lo peor: Empalaga como ella sola.
Puntuación: 2/10