Cuando se anunció que la saga de Jurassic Park iba a tener una nueva trilogía, la primera reacción fue decir en voz alta “¿Es necesario?”. Grito que venía en consecuencia a la nefasta tercera entrega de la trilogía de Jurassic Park, tercer parte que no mantenía el nivel de las dos anteriores y que eran simplemente pequeños fragmentos de acción unidos por una transición. No había emoción, no había una historia interesante. Pero llegó Jurassic World y la verdad que fue sorprendente. Cierto es que tenía algunos deja vu de la primera entrega, pero mantenía la esencia aventurera de las primeras entregas y el cambio radical en ciertos aspectos fueron para bien, pero el faltaba algo, más suspense o emoción. Pero Jurassic World: El reino caído tiene aquello que le faltaba a la primera. J. A. Bayona (Un monstruo viene a verme) ha conseguido la mejor secuela de la saga jurásica introduciendo su universo en su propia forma de entender el cine, su emoción, sus miedos y homenajeando a sus ídolos. Jurassic World: El reino caído es una vuelta a los orígenes. Lástima que el guion de Colin Trevorrow (Seguridad no garantizada) sea, en ocasiones, perezoso.
Jurassic World: El reino caído tiene detrás de las cámaras a un realizador con un talento único, un talento innato que hace que todo lo que toca se convierta, por lo menos, en algo de calidad. J.A. Bayona ha conseguido impregnar a esta nueva continuación su sello personal, un sello más intimista, más humano, emocionante y con un toque tenebroso que recuerda mucho a lo que hizo en El orfanato. Bayona tiene, posiblemente, la mejor apertura de una entrega jurásica, junto con la primera, pero lo que si que tiene es un tercer acto realmente terrorífico, con imágenes que perdurarán en la memoria y con un timing para el suspense perfecto. Por no hablar de la secuencia de la giroesfera en el agua, una muestra de la tensión, el nervio y el agobio que se puede conseguir colocando la cámara en los lugares precisos. Pero es en el tramo final donde más se nota la mano de Bayona y que ha hecho la película que quería. Allí, con la aparición del Indorraptor, la película toma un giro hacía el terror y el suspense que no veíamos desde Jurassic Park. También es la parte donde los homenajes a esta se multiplican.
Y al igual que ocurría en Jurassic World las referencias a la original están a la orden del día. Partiendo de que la cinta se asemeja en estructura a El mundo perdido: Jurassic Park hasta tener una pequeña secuencia que recuerda en mucho a la de la cocina de los Velocirraptores. Todos estos homenajes, metidos en un guion escrito por Colin Trevorrow, hacen que los espectadores y los fans de la saga saquen una sonrisa. La pega viene del guion, no por los homenajes, sino por que en ocasiones es un poco perezoso, parece que va en piloto automático y está escrito de forma veloz. Menos mal que en la última parte de la película se toma su tiempo, porque la parte de la isla es veloz como ella sola. No da tiempo a procesar la información que nos quieren meter. Y todo parece que ocurre porque sí, ya que es lo que pide la industria. Eso sí, le agradezco eternamente la forma de arrancar la película: suspense, terror y acción mezcladas de forma perfecta. Entre eso y que Bayona mueve al cámara como nadie, la mejor introducción de una película de Jurassic Park.
Chris Pratt (Vengadores: Infinity War) y Bryce Dallas Howard (Peter y El Dragón) cumplen de nuevo en sus respectivos papeles, pero da la sensación de que Howard está algo desaprovechada y que podría haber dado mucho más de sí. Pero por lo demás, Jurassic World: El reino caído es bastante mejor que su antecesora, ya que intenta innovar en algunos aspectos y sus ideas las lleva hasta el final. Bayona consigue crear secuencias para el recuerdo. Lástima que el guion de Colin Trevorrow sea algo perezoso, porque podría haber salido algo realmente magnífico de aquí.
Lo mejor: Los homenajes, la dirección de Bayona y el tramo final.
Lo peor: El guion de Colin Trevorrow, parece que todo ocurre porque sí.
Puntuación: 8/10