Por desgracia, sobre Jackie va a pesar una losa que, tal y como está montado el negocio del cine, será difícil que levante en muchos ámbitos. Esa losa es su nacionalidad holandesa. Si esta misma película estuviera dirigida por un director norteamericano de estos que tiene el beneplácito de la crítica y de los sindicatos, y tuviera el nombre de dos o tres de las más destacadas actrices de Hollywood, probablemente obtendría una fama por encima de sus posibilidades. Pero no es así. Jackie es una cinta holandesa, la dirige Antoinette Beumer (Loft) y la protagonizan Carice van Houten (conocida por su papel de Melissandre en Juego de tronos), su hermana Jelka y Holly Hunter (El piano). Es verdad que la primera y la última sonarán a muchos espectadores pero no, no es lo mismo porque la mirada del espectador, y muchas veces la del crítico, está demasiado influenciada por el todopoderoso gigante norteamericano.
Jackie, por mucho que le falten las campanillas y las campañas de marketing que acompañan a los productos hollywoodienses, es una película tremendamente agradable sobre la vida y la maternidad. Es una road movie, toda una aventura en carretera para dos mujeres de ciudad, que cuenta la historia de dos hermanas holandesas, nacidas de un vientre de alquiler para una pareja de homosexuales, que de improviso tienen que viajar a Estados Unidos para asistir a la mujer que las dio a luz porque no tiene otro familiar vivo y que tras romperse una pierna alguien tiene que llevarla a una clínica de rehabilitación. Como no puede viajar en avión, el desplazamiento lo harán por carretera, en una vieja autocaravana. Jackie, nombre de esta peculiar madre que en realidad nunca lo fue, es una película sobre el descubrimiento personal. Sophie y Daan, las dos hermanas, no se conocen. Jackie no se conoce. Y las tres irán averiguando cómo son en realidad a lo largo de ese viaje a través de pequeños y grandes detalles.
Al guión se le escapan algunos detalles, que de haber sido solucionados podrían haber hecho de Jackie una película mucho más redonda. La excusa por la que se inicia el viaje se diluye sin que a nadie parezca importarle y la concatenación de acontecimientos que dificultan el recorrido son algo previsibles e incluso exagerados, sin que se sienta como necesario llegar a tantas situaciones límite (la gasolina, la serpiente, lo que ocurre a la salida del pub) para conocer de verdad a estas tres mujeres. Pero aún así el andamiaje de la película se sostiene por la enorme química que se genera entre las hermanas van Houten y Holly Hunter. Es muy difícil resistirse a entrar en su juego de diálogos y silencios, en la complicidad que buscan las dos primeras hablando en neerlandés o en los muy significativos silencios de su madre. Y está tan conseguida esa relación, que cuando llega el final se acaba por comprender todo lo que ha sucedido desde una óptica distinta.
Las actrices son lo mejor de Jackie, porque dan vida a esta road movie que sigue los cánones del género sin que parezca algo diferente o forzado por el hecho de que las protagonistas sean tres mujeres. Al contrario, se agradece esa visión, que cobra aún más sentido en pequeños recovecos del guión. Aunque Holly Hunter parezca superar a sus compañeras de reparto en alguna ocasión, gracias a que su personaje es el más excéntrico y peculiar de las tres protagonistas, es la mezcla lo que hace que funcione. La adicción al trabajo y la falta de diversión de Sophie, la timidez y los complejos de Daan, y Jackie observándolo todo y pensando cómo tiene que actuar. La mezcla se impone, y hace que las escenas divertidas saquen sonrisas y las más emocionantes sean todo lo sensibles que han de ser. Con un poco más de precisión en el guión, Jackie habría llegado más lejos pero aún así es una road movie en femenino que merece la pena.
Puntuación: 6/10