La tercera aventura de Robert Langdon, profesor de iconología y simbología religiosa de la Universidad de Harvard, interpretado una vez por Tom Hanks (Esperando al rey), se titula Inferno, y es la peor entrega de una saga que no termina de convencer del todo. Tras la cámara volvemos a encontrar a Ron Howard (The Beatles: Eight Days a Week), director de las dos entregas anteriores. Y a Hanks le acompañan en el reparto, la solicitada Felicity Jones (Un monstruo viene a verme), el desaprovechado Omar Sy (Monsieur Chocolat), y el siempre interesante Irrfan Khan (Jurassic World).
Inferno es la cuarta novela sobre este personaje que ha escrito Dan Brown, autor de las tres anteriores. Sony Pictures no esta siguiendo la cronología bibliográfica, pues primero estrenó El código Da Vinci y luego Ángeles y demonios, cuando realmente se escribieron al revés. Y ahora pasamos directamente al cuarto libro, obviando el tercero: El símbolo perdido, quizá sea por qué este se narra en Washington y los responsables prefieren mostrar Europa, como en las otras dos aventuras anteriores. El caso es que en Inferno, Langdon se despierta aturdido en un hospital de Florencia y debe huir de la policía con su bella enfermera. Sin saber cómo ni por qué, Langdon parece formar parte de un plan para atentar contra el exceso de población mundial, y que tiene como referente la obra clásica de Dante Alighieri, La Divina Comedia. El argumento es intrascendente, bastante aburrido, y carente de tensión. Si bien las anteriores cinta entretenían al respetable con puzzles y carreras, aquí parece que solo hay carreras, los puzzles son anecdóticos. Parece que se quieren tomar en serio un argumento que esta más cercano a la cinta de videoclub que al blockbuster palomitero, y mientras que en Ángeles y demonios si jugaron bien ese baza, aquí parece que se les va de las manos. Del final hablamos otro día pues es “dantesco”, una verdadera estupidez sin sentido.
Howard sorprende en los primeros minutos de Inferno con una dirección más cercana a David Lynch (Twin Peaks) que a su estilo propio. En el hospital, Landgon agoniza a medio camino entre un desvarío pop y una pesadilla muy oscura, algo bastante interesante. Una lastima que luego la cinta no siga por este camino y se convierta en una extensa carrera mostrando lo bonita que es Florencia, a modo anuncio de agencia de viajes. Tampoco ayuda la ridícula puesta en escena de su intangible clímax final.
Hanks vuelve a enfundarse la americana rancia y el reloj de Mickey Mouse para poner el piloto automático y dedicarse a correr, poner cara de circunstancia, correr más, poner cara de “ahora empiezo a entender”, correr un poquito más… y así las dos horas que dura la cinta (la más corta de esta trilogía que llevamos hasta ahora). Jones da la sensación de que no sabe muy bien que pinta en la cinta y se limita a poner cara de interesante para revelar lo justo de su personaje y Omar Sy tres cuartas de lo mismo. El actor de Intocable esta viendo como su talento esta siendo desaprovechado en Hollywood frente a unos cheques con bastantes ceros. El único que parece disfrutar con su personajes es Khan, quien repite el personaje en el que le están encasillando (ese que no sabemos muy bien si es bueno o malo hasta al final).
En resumen, Inferno parece “la puntilla” que estaba esperando una saga que arrancó fuerte debido a la polémica que generó en su día El código Da Vinci, una cinta irregular y torpe. Esta nueva entrega no aparta nada nuevo, resulta bastante sosa y “poco educativa” (los puzzles de anteriores entregas trataban de arrojar algo de cultura al espectador). Quizá para aquellos que no puedan viajar a Florencia, pueda resultar algo más atractiva, pero en este entrega Howard ha prescindido del formato más rectangular y le ha quedado todo demasiado cuadriculado.
Lo mejor: El arranque y lo bonita que se muestre Florencia en pantalla.
Lo peor: El guion, la historia, los personajes, las interpretaciones…
Puntuación: 2/10