Bielorrusia, 1942. Los partisanos resisten como pueden a la ocupación nazi. Sushenia (Vladimir Svirski) ha escapado a la muerte y la sospecha de traición se cierne sobre él. Nuevamente se enfrenta al final y nuevamente deberá escapar de él. Ya nadie entonces podrá confiar en él. Mediante la relación de tres combatientes, Sergei Loznitsa, director especializados en documentales, nos cuenta algunos de los efectos de la guerra como concepto, sin entrar en maniqueísmos ni posicionamientos superficiales.
La película recoge algunos de los elementos característicos de cierto cine soviético, como puede ser el de Elem Klimov (Masacre: ven y mira) o incluso el de Tarkovsky (Stalker); planos largos, silencios y movimientos de cámara suaves y lentos, así como atmósferas naturales parcas en recursos pero potentes, componen en gran parte el film. Sin embargo, no encontramos aquí la profundidad de los ejemplos citados. Los planos se hacen demasiado largos en algunas ocasiones, ya que lo que se nos muestra puede ser captado en menos tiempo y el ojo siente que le sobra duración a la imagen. En el cine citado de Tarkovsky, por poner un ejemplo, los planos pueden incluso ser más largos que aquí, pero la importancia del punto de vista y lo que transcurre ante nuestros ojos tienen tal interés que hasta llegan a hacerse breves. Los personajes, comparados con la cinta bélica mencionada, también se quedan ausentes de alma; sin ser planos, ni mucho menos, están faltos de cierto calor y emotividad, no transmiten del todo los sentimientos que sin duda llevan dentro, dada la situación. Para terminar con esta superficial comparación, la atmósfera de En la niebla se queda también en un nivel inferior al del gran cine que parece pretender “imitar”. Es de alabar la austeridad de recursos para conseguirla, pero el resultado no es del todo satisfactorio. La naturaleza que vemos parece falta de vida, como si el viento no soplara realmente entre los árboles, como si la nieve no embarrara las botas de quien la pisa.
La austeridad es un concepto que rodea al film de principio a fin, austeridad bien entendida. Con pocos recursos se pretende contar una gran historia, y la verdad es que el director ha estado cerca de conseguirlo. Se aprecia personalidad en algunos detalles de la película, como la ausencia de música en todo el metraje (se podría exceptuar el final), con la importancia que tiene entonces el sonido ambiental, o la estructura acertadamente discontinua, en la que podemos entender mejor a los personajes con unos flashbacks insertados sin ningún alarde ni explicación exagerada. Pero también se ven algunas dudas; la cámara es paciente, dando importancia a lo que nos muestra, pero no siempre encuentra el movimiento ni el lugar preciso para hacerlo de una forma realmente interesante.
El reparto resulta convincente; de hecho, los protagonistas a menudo parecen aldeanos-guerreros realmente actuando como lo harían en realidad. Esto podría parecer algo positivo siempre, pero aquí se echa de menos algo más de personalidad en cada uno; en la mayoría de situaciones parecen demasiado fríos y no podemos distinguir matices psicológicos diferenciadores, resultando más complicado que el espectador empatice profundamente con alguno de ellos.
Estamos en mitad de una guerra, y en mitad de un terreno hostil por naturaleza. Pero todo esto se sabe más por intuición que por verlo representado en la película, ya que pocas escenas de batalla o conflicto se muestran. Los efectos del enfrentamiento se explican en una escala más pequeña pero no menos interesante, la de los habitantes de la zona que casi sin verlo venir se han encontrado en situación de jugarse la vida, en un bando u otro. Es una idea interesante y seguramente más factible por recursos, sin embargo, también es difícil de llevar a cabo de forma realmente impactante, y no se termina de cerrar bien. Algo más de dramatismo en algunas escenas habría aportado una sensación más potente, más acorde con la situación que se narra, en la que conceptos como el honor, la traición o la sospecha están tan presentes. Y este dramatismo no solo puede estar en los actores; nuevamente, la cámara no está del todo a la altura, a medio camino entre un ojo objetivo imposible de concebir y un ojo personal que se implica en la historia que muestra. El resultado es cierta frialdad un tanto vacía que no colma las expectativas de un público que seguro tiene presentes las fuentes de las que ha bebido el director, quedando lo que presencia siempre por debajo de las mismas.
En la niebla es una película recomendable para los amantes de cierto cine soviético, aun a riesgo de que queden decepcionados, y para todos aquellos que gustan de cierta épica muy contenida. El film denota un gran respeto por el espectador, mostrando una verdad interesante para el autor, que nos enseña con la precaución de un niño un tesoro que un día encontró. Y aunque la paciencia exigida no es casi nunca correspondida del todo por la obra, los momentos en que sí lo es pueden hacer que merezca la pena la experiencia. Con todo lo fallido que se ha comentado, es agradable comprobar que este tipo de cine tan alejado de lo comercial tiene todavía un pequeño hueco en las carteleras de nuestro país.
Lo mejor: La película huye de convencionalismos del cine comercial para dar peso a los planos y secuencias, recogiendo el testigo de un cine soviético en peligro de extinción. El trato del conflicto bélico se centra en los dramas humanos sin caer en partidismos políticamente correctos. Resulta una apuesta valiente a día de hoy.
Lo peor: La misión era complicada y no acaba de cumplirse. La profundidad pretendida no es siempre alcanzada. La paciencia de la imagen con lo que cuenta a veces se hace pesada, teniendo algunas veces la sensación de que el esfuerzo a realizar no tiene la recompensa esperada. La comparación con los cineastas y películas de las que bebe dejan siempre a la película en un querer y no poder.
Puntuación: 6/10