Posiblemente sea uno de los directores franceses más laureados. Jean-Jacques Annaud (Oro negro) es de esos directores que no necesitan presentación y que cada película es esperada como agua de mayo. Para quién no conozca al director francés, este señor es director de películas como El nombre de la rosa, Enemigo a las puertas, El oso o Siete años en el Tíbet. Ahora regresa, de nuevo, con una historia de hombres con animales. El último lobo quizás sea una de las cintas más arriesgadas del director ya que se mueve entre la lentitud y el asombro. Asombra con su imágenes y con ello se mueve lento dentro del metraje, algo que a muchos puede aburrir, pero a los paladares más exigentes del director puede atraer. Y es que Annaud consigue salir victorioso sin ofrecer su mejor película.
El último lobo está basada en una novela Tótem Lobo de Jiang Rong. Este libro, autobiográfico, narra la vida de un joven que tiene que exiliarse de Pekín a las tierras salvajes y libres de Mongolia. Allí aprenderá de su cultura y su forma de vida, pero también los peligros, como son los lobos. Pero cuando todos parecen tener miedo a este animal, será él quién se atreva a adoptar uno como mascota con la excusa de aprender de ellos para atacarlos. Y es que la película relata exactamente esto, pero tiene un pequeño problema: cuesta enterarse demasiado de lo que está sucediendo en la cinta. Sí es cierto que vemos el exilio y la vida en Mongolia, pero todo parece en muchas ocasiones atropellado que cuesta cogerle el hilo. Quizás también porque la aparición de muchos personajes deja confuso al espectador y le cuesta ubicar todo. Pero Annaud consigue cogerle el pulso a la cinta y hacerla suya. Y eso se nota en su puesta en escena.
Si el guión quizás sea un poco confuso y atropellado, nada tiene que ver la hermosa y perfecta puesta en escena de Jean-Jacques Annaud de las imágenes. Mongolia posiblemente sea uno de los territorios menos conocidos del mundo, es por eso que Annaud quería rodarlo. Su planos del paisaje, de la vida de los hombres de allí y las preciosas escenas de los lobos ponen a la cinta en otro listón. Rodada en 3D, el formato no molesta, es más, consigue hacer que te intereses más por la historia y por ver muchas veces más a los lobos. Hay que tener en cuenta su primera aparición, como si de un duelo de western se tratara. Annaud sabe que tiene un diamante hay y lo consigue plasmar como se merece.
En cuanto a los actores, no hay un nombre muy conocido por encima del resto, cosa que hace que la cinta interese más y tenga más peso la historia de todos ellos que la del protagonista famoso de turno. Todo es tan natural que puedes incluso pensar que Annaud llegó allí y sin molestar se puso a grabar a la gentes del lugar como si de un día normal se tratara. En muchas ocasiones parece que estamos presenciando un documental ficcionado que una cinta. El último lobo quizás no sea del agrado de todos, pero quien consiga ver sus muchas virtudes perdonará sus defectos. Una cinta de degustación tranquila y sin prisas.
Lo mejor: Las imágenes de Mongolia y los lobos. La dirección de Annaud.
Lo peor: Que su lentitud pueda aburrir a muchos.
Puntuación: 6/10
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