Siempre se ha dicho que un crítico de cine es un director frustrado y seguro que Daniel Monzón (La caja Kovak) está harto de que se lo recuerden. Él fue crítico antes que director, y eso, si ha hecho bien su trabajo y aunque parezca una obviedad, ya le pone en el buen camino porque te da una cantidad de referentes extraordinarias para el trabajo al otro lado de la pantalla. Y El Niño tiene uno muy claro: Michael Mann (Corrupción en Miami). Y, entre otras cosas, Michael Mann ofrece unas películas con una factura impecable. Ese es el poder de la última película de Monzón, en la que no hay planos al azar, sí medios muy bien empleados, y en la que cada imagen remite a un cine que ya parece no hacerse, aunque era el habitual hace un par de décadas, y que luce como entonces.
No sería justo decir que El Niño es un calco, pero tampoco lo sería negar la evidente impronta de Heat. Mostrar a los protagonistas a uno y otro lado de la ley, con dilemas personales, introduciéndose (aunque quizá no siempre de una manera efectiva) en los grises de cada uno de sus personajes. Pero al mismo tiempo la película quiere tener una personalidad muy propia, muy española (sin decirlo peyorativamente). Y por eso el escenario no es genérico. Eso es uno de los grandes aciertos del guión, que la historia quede vinculada a una realidad que ni siquiera las secuencias de acción convierten en algo demasiado ficcionado.
Así, El Niño es una «rara avis» en el cine español, aunque eso Monzón lo ha venido haciendo con cada una de sus películas, desde la frikada de fan que era El corazón del guerrero al intenso thriller que es Celda 211. Pero aquí quizá se pueda decir con más claridad, porque la factura es casi norteamericana. Eso, por supuesto, ha de tomarse como un elogio, porque pocas cinematografías como la de Hollywood ha sabido trasmitir la espectacularidad de la realidad de una forma más efectiva. Monzón sabe que su película de traficantes por el estrecho de Gibraltar no funcionaría si las escenas con lanchas y helicópteros no fueran creíbles, y con esa certeza da lo mejor de sí mismo en esas secuencias, espectaculares, de las que ponen al espectador al borde del asiento.
El Niño tiene un claro objetivo, que además cumple con creces, y es el de no aburrir. Nunca lo hace. Es posible que no todos los espectadores asuman con naturalidad la mezcla entre comedia localista (con el acento y el gracejo andaluz muy marcado en muchos personajes) o incluso que se intuya que algún personaje no termina de explotar todo su potencial (seguramente es casualidad, pero sucede con los femeninos, en manos de Bárbara Lennie (Dictado) y la debutante Mariam Bachir), pero aburrimiento no hay. El guión no lo permite gracias a que está plagado de aciertos y tiene por momentos un ritmo endidablado, incluso aunque sí quede la sensación de que se podrían haber recortado algo más en la sala de montaje las dos horas y cuarto finales.
El resto lo ponen los actores, en especial los veteranos. Luis Tosar (Operación E), Sergi López (Ismael) o Eduard Fernández (The Pelayos) son lo mejor de la película porque son quienes asumen la parte más dramática, la más compleja, y junto a ellos destaca igualmente Lennie, que es por lo que cabe pensar que su personaje daba para más. En el otro lado se apuesta por la juventud, por la inexperiencia y por la belleza. Aunque sea una batalla desigual con sus compañeros de reparto, no sale mal del todo la propuesta, aunque todos, empezando por Jesús Castro como protagonista (queda la sensación de que tanto se quiere explotar su atractivo físico que en el cartel de la película se le da un airea a Paul Newman), tendrán que demostrar con sus próximas películas si son algo más que una bonita foto fija.
Esa conseguida foto fija, de hecho, se la garantiza Monzón con la cuidada puesta en escena que tiene El Niño. No es demasiado frecuente ver en la misma película el mismo cuidado a los grandes planos de grúas o helicópteros (que además tienen un muy agradecido sabor clásico y nada mareante) y a las secuencias más intimistas, por mucho que en una de ellas haya que pagar de nuevo el innecesario peaje de desnudar de cintura para arriba a la actriz joven y guapa. Pero que nada de eso distraiga. El Niño convence con mucha facilidad y de principio a fin como un casi modélico thriller, aunque se le podrían haber pulido algo más algunas aristas.
Puntuación: 7 / 10
Sin comentarios
Trackbacks/Pingbacks