Posiblemente la mejor película del año viene de tierras chilenas. El Club es una incontestable bofetada tras otra en la cara del espectador que no sabe muy bien por donde le llega tanto dolor, tanta dureza y tanto malestar. Pablo Larraín (No) consigue realizar la crítica más cínica, mordaz y dura a la Iglesia, esa institución en donde alzar la voz contra ella puede conllevar los más duros de los castigos. El Club es una cinta que va calando poco a poco, con esa luz tenue que impregna todo el metraje y donde los escasos rayo de luz que hay son únicamente en esos contraluces en donde el director quiere realizar la división entre el bien y el mal de aquello que está contando. Y lo que cuenta no es fácil. El club es la gran cinta del 2015.
El Club profundiza en los males que asolan a la iglesia desde siempre, sobre todo en lo relacionado con los supuestos abusos sexuales que algunos sacerdotes realizan a menores. Quizás, sin querer entrar más en detalles, esa seria la sinopsis de El club. Pero quedándonos sólo en eso no saborearíamos del todo lo que Pablo Larraín tiene preparado para nosotros. De ritmo pausado, pero con las ideas claras, el director chileno realiza su crítica a la Iglesia Católica y a las supuestas casas que existen (o alguna vez existieron) en donde los sacerdotes excomulgados son enviados para expiar sus pecados. Es ahí donde comienza la historia, y ahí mismo es donde termina. Pero en todo el recorrido que hacemos, Pablo Larraín nos está estremeciendo el cuerpo y, sobre todo, la mente.
Asistimos a las zonas más oscuras de la religión, aquella oculta, que está en las sombras de la sociedad. Asistimos a como cinco curas viven apartados del mundo, sin poder hablar con nadie, salvo con ellos mismos. Asistimos a como al final la culpa hace acto de presencia en un personaje que aparece para trastocar todo, y que deja ver que de verdad existió ese pecado. Y asistimos a como incluso los supuestos Padres que van a ayudar, terminan siendo algo así como el Diablo mismo. Y es que con su ritmo pausado y sosegado hace que todo cale más. Y también que estemos atentos a cada declaración de nuestros protagonistas, pues esas declaraciones son la clave. Esas declaraciones en donde todos niegan que hayan pecado, o que su pecado no es tan importante o malvado. Lo que hace que la película desemboque en ese clímax final de noche. Tiempo del día donde casi siempre sucede lo peor.
Pablo Larraín se reúne de un elenco de actores que hacen que todo sea creíble, y en donde en lugar de ver una cinta de ficción, parece que estamos asistiendo a un documental. La naturalidad con la que nuestros protagonistas hablan, actúan o realizan las cosas no parece de ser actuada, sino de simplemente vivirlo. Y es que el guion de Larraín es inteligente, bien articulado y mejor descrito. Todo ello, con lo anteriormente dicho, hacen que El Club sea la mejor película que se ha estrenado en 2015. Una auténtica obra de arte que pasará, si el tiempo me da la razón, a formar parte de la historia del cine.
Lo mejor: El guion, la dirección, las interpretaciones y la crítica que realiza.
Lo peor: Que el gran público no le dé una oportunidad.
Puntuación: 9/10