Toca empezar con una sentencia inequívoca: Capitán América: El Soldado de Invierno es la mejor película individual que ha salido de Marvel Studios, que, recordemos, es el que se encarga de todas las películas de los Vengadores y sus integrantes, lo que por el momento incluye los filmes de Iron Man, Thor, Hulk y Capitán América. Aún más, eliminando el merecido componente de adoración fan que rodeó a Los Vengadores por ser la película que más abiertamente cumplió los sueños de los aficionados, y en dura competencia con las excelencias de los X-Men de Bryan Singer o los mejores momentos del Spider-Man de Sam Raimi, puede que estemos, sin medias tintas, ante la más excelente película basada en un cómic Marvel. E incluso, siendo muy entusiastas, con la mejor traslación a la pantalla de un cómic realizada en las dos últimas décadas si eliminamos de la ecuación al Batman de Christopher Nolan, en especial El Caballero Oscuro.
Hecha la proclama, viene la explicación. Capitán América: El Soldado de Invierno es una película madura porque no sólo entiende a la perfección el desarrollo del universo Marvel cinematográfico, sino también la propia realidad en la que vive. En esas dos ideas está la clave del jugoso entretenimiento que proponen los hermanos Russo, Anthony y Joe (ambos en Community). Desarrollando la primera de ellas, hay que quitarse el sombrero ante la forma en que en esta película se ven enseñanzas de todas las anteriores. Todo lo que funcionaba en cada uno de los episodios precedentes está aquí: dar el papel necesario a todos los personajes, honrar los precedentes, colocar adecuadamente las escenas de acción, combinar lo más superheroico de la película con diálogos realistas y una amalgama de géneros, y lograr un ritmo elevadísimo que no se coma la trama.
La segunda idea, la de aceptar la realidad, forma parte también del desarrollo de la primera. Con esta continuación de Capitán América: El primer Vengador, se abraza un necesario cambio de género. Aquella era una película bélica y de aventuras, deudora del cine de los años 40 y 50, un cómic colorista y de tono amable. Pero ahora, con el Capitán América en el presente y tras los acontecimientos de Los Vengadores, era evidente que había que dar un paso hacia adelante. Eso consiste en primer lugar en abrazar la sociedad contemporánea, en la que el espionaje gubernamental, los topos, las filtraciones, los agentes dobles y el papel de los despachos de Washington han de tomar parte activa en la trama. Es, en ese sentido, una película que homenajea al cine político de los años 70 pero que va mucho más allá de la sociedad post 11-S en la que generalmente se ha aventurado el cine de acción de los últimos años.
Una vez que la película triunfa en sus secuencias de acción y es algo más que eso, lo importante está donde ha de estar: en los personajes en torno a los cuales se construye la historia. Contra todo pronóstico cuando se fue montando este universo cinematográfico, el Capitán América de Chris Evans (Dime con cuantos) puede presumir ahora mismo de disfrutar de un carisma muy cercano al del Iron Man de Robert Downey Jr. (Sherlock Holmes), y eso es mucho decir. Pero es que en El Soldado de Invierno tenemos la mejor encarnación de la Viuda Negra de Scarlett Johansson (Don Jon), que ha encontrado con el Capitán una química que ni de lejos tuvo en su aparición en Iron Man 2 y que quedó algo eclipsada en Los Vengadores. Con la clase que desprenden Samuel L. Jackson (Django desencadenado) y Robert Redford (Cuando todo está perdido), el soberbio papel del villano de la función, el Soldado de Invierno del título, y la muy agradecida presencia de Anthony Mackie (Dolor y dinero) como el Halcón, no hay tacha alguna en este sentido.
Con Capitán América: El Soldado de Invierno, la fase dos de Marvel Studios da un enorme paso hacia adelante en todos los aspectos, pero sobre todo demuestra que se equivocan quienes piensan que el superhéroe es un personaje imposible de desarrollar más, propio de otras épocas o destinado al consumo infantil. La película es una modélica pieza de acción que marca el camino a seguir en su universo concreto de forma específica (ojo a la memorable puerta abierta que deja ver el futuro de Los Vengadores, la de la primera de las dos secuencias postcréditos, y a alguna que otra referencia que hay a lo largo de la película, incluyendo el siempre divertido cameo de Stan Lee) y al género de forma más general. Los hermanos Russo se han ganado que se subraye su nombre en rojo, porque siendo capaces de dar este salto nada parece imposible para ellos.
Puntuación: 9 / 10
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