Benedetta: La paz esté con Paul Verhoeven

Hay pocos directores que puedan tener la importancia y el peso que tiene Paul Verhoeven. El director neerlandés se ha labrado una carrera donde la violencia, el sexo, la sangre y el humor negro son marcas de la casa. Todos, o casi todos, podemos recitar muchos de los títulos más emblemáticos del director como Robocop, Showgirls, Desafío total, El hombre sin sombra, Starship Troopers, Instinto básico o, más recientemente, Elle. El sello del director está en todas y cada una, no se arrepiente de nada y lleva al límite al espectador, que sabe lo que va a ver, pero no como lo va a ver. Benedetta, la nueva obra polémica del director, es puro Verhoeven desde se supo de que iba a tratar la cinta: el deseo carnal de dos monjas dentro de un convento. Simplemente leyendo esa sinopsis ya podías intuir que el director idóneo para llevarlo a cabo era Paul. Y no defrauda. Benedetta no es solo sexo, sino que también es una crítica a la fe, a esos “elegidos” por Dios para llevar su palabra por el mundo y convencer a todos. Paul Verhoeven tiene en todo momento controlado el tempo dramático de la cinta, que mostrar, como mostrarlo y dirigir al espectador, haciéndole partícipe de su propuesta. Una delicia llena de lujuria y mala baba.

Benedetta es la historia real de Benedetta Carlini, la cuál tenía visiones de hombres maltratándola y del propio Jesucristo. La visitaron unas cuantas veces para determinar que estaba pasando y fue, en una de ellas, cuando la hermana Bartolomea dijo que Benedetta y ella eran amantes. Paul Verhoeven toma como referencia el libro de Actos Impúdicos, de Judith Brown, y lleva la historia de Benedetta mucho más allá, dotándola de su estilo propio y de su humor. La historia dentro de la película es el descrito, pero con muchos más matices. La forma que tiene Verhoeven de narrar el acercamiento de Benedetta y Bartolomea, la forma de iniciar ese romance y la forma de concluirlo es realmente maravillosa. Verhoeven nunca ha sido un director que se vuelva vulgar con el sexo en su cine, quizás algo más en Showgirls, pero siempre ha estado más comedido. Había miedo si la provocación del director neerlandés iba a ser desmedida, con largas secuencias eróticas sin sentido y simplemente para hacer que el espectador se sintiera incómodo. Recordemos el caso de La vida de Adele, que incluía una secuencia de sexo de algo más de quince minutos de duración donde la incomodidad se va apoderando del espectador. Aquí Verhoeven no cae en eso.

Además, como he dicho antes, Verhoeven también consigue construir un relato mucho más allá del sexo, mucho más allá de la mera provocación y también se guarda ases bajo la manga en forma de crítica a la iglesia, a los profetas y todo lo que se oculta detrás de ello. La cinta está construida alrededor de que nadie cree que las visiones de Benedetta sean reales, que todo es un invento para alcanzar un estatus superior al que se merece. También hace que se replanté la fe que se tiene, tanto en la iglesia como en Dios, como en los profetas que aparecen diciendo que son la voz de Dios. Todo ello con mucho humor negro y lanzando dardos envenenados. Bendetta es una cinta que, a los más creyentes, a los más religiosos va a molestar mucho, va a molestar tanto que seguro que ponen el grito en el cielo para frenar su estreno. Y si eso pasa, la provocación de Paul Verhoeven habrá sido total. Virginie Efira está sobresaliente como Benedetta, dotando al personaje de una sensualidad única y convenciendo en todo momento de lo que está ocurriendo en pantalla.

Paul Verhoeven vuelve a lanzar dardos, vuelve a ser el mismo provocador que ha sido toda su carrera y al que le da igual que es lo que se diga de él y de su cine. Benedetta es una gran película, llena de violencia, sexo, mala baba y que dará mucho de que hablar. Es una cinta que, los más creyentes, van a odiar, para el resto es un disfrute mayúsculo de un cineasta mayúsculo. Que la paz de Benedetta esté con todos vosotros. Amén.