Aún estoy aquí es una película que juega con las expectativas del espectador. Si bien inicialmente se presenta como un drama histórico que aborda la dictadura militar en Brasil, a medida que avanza la trama, se desvela una atmósfera de suspense y tensión que rozan el género del terror psicológico. La incertidumbre constante, la paranoia y el miedo que se ciernen sobre la familia Paiva crean una sensación de inquietud que no se abandona, o se pierde, hasta el final de la cinta. La película utiliza elementos propios del género de terror para intensificar la sensación de angustia. La música ambiental, los planos oscuros y los silencios prolongados crean una atmósfera opresiva que contribuye a generar un clima de tensión constante. Además, la incertidumbre sobre el destino de los personajes y la amenaza de la violencia física y psicológica generan un sentimiento de miedo que se adentra en el subconsciente.
Más allá de su dimensión psicológica, Aún estoy aquí es una película profundamente política. La dictadura militar en Brasil, que duró de 1964 a 1985, dejó una marca indeleble en la sociedad brasileña. Las desapariciones forzadas, las torturas y las ejecuciones extrajudiciales fueron trágicamente comunes durante este período. La familia Paiva, protagonista de Aún estoy aquí, es un reflejo de las numerosas familias que sufrieron bajo este régimen opresivo. A través de sus vivencias, la película destaca la valentía y la lucha por la verdad en un contexto de represión brutal. La película nos recuerda la importancia de mantener viva la memoria de las víctimas y de luchar por la justicia y la verdad. A pesar de la oscuridad que envuelve la trama, Aún estoy aquí es también una historia de esperanza y resiliencia. La familia Paiva, a pesar de las adversidades, logra mantener unido su núcleo familiar y encontrar la fuerza para seguir adelante. La película nos muestra que incluso en los momentos más difíciles, el amor y la solidaridad pueden ser más fuertes que cualquier tipo de opresión.
Cada miembro de la familia Paiva aporta una perspectiva única y conmovedora a la narrativa de la película. Desde Eunice Paiva, interpretada por Fernanda Torres, que se convierte en un símbolo de resistencia y lucha, hasta los hijos, que representan la inocencia perdida y el dolor de crecer en un entorno de constante miedo e incertidumbre. El desarrollo de los personajes está cuidadosamente elaborado para mostrar la complejidad de las emociones y las relaciones familiares bajo la sombra de la dictadura. Fernanda Torres ofrece una actuación desgarradora y multifacética como Eunice Paiva. Su interpretación va más allá de la simple representación de una mujer sufriente. Torres logra transmitir una amplia gama de emociones, desde la esperanza inicial hasta la desesperación más profunda. Su mirada, sus gestos y su voz encarnan el miedo, la rabia y la resiliencia de una madre que lucha por proteger a su familia en un contexto de violencia y opresión.
En conclusión, Aún estoy aquí es una película que conjuga elementos de diferentes géneros para crear una experiencia cinematográfica intensa y conmovedora. La interpretación de Fernanda Torres, la atmósfera de suspense y el tratamiento de un tema tan sensible como la dictadura militar hacen de esta película una obra imprescindible para entender un capítulo oscuro de la historia de Brasil.