Con motivo de la celebración del 63 Festival Internacional de Cine de San Sebastián, pudimos hablar con Cesc Gay (Una pistola en cada mano), que dirige y escribe Truman, una de las cintas españolas del año que además ganó el Premio Feroz Zinemaldia a la mejor película de la sección oficial. Además, la cinta se llevó también dos conchas de plata para su dos protagonistas Ricardo Darín (Relatos Salvajes) y Javier Cámara (Perdiendo el norte). El director nos concedió una entrevista en donde nos habló de todos los secretos de la película:
¿Pensabas en cómo tenías de calculado todo en la historia antes de escribir o rodar la cinta?
No, no ya estaba escrita, y siempre quería que tuviera este equilibrio. A mi nunca me apetece hacer un drama, yo siempre necesito un humor. Todas mis películas, En la ciudad, Krámpack… todas tenían un poco de todo. En esta, quería que todo caminará desde la vida. Por eso la amistad era un gran vínculo para contarlo. Podría haber puesto que eran hermanos, pero con la familia es más complicada, es por eso que la amistad me parecía mejor. Además, entre los hombres somos más directos a la hora de contarnos estas cosas. Y me puse a escribir eso, y luego aparecieron estos dos grandes actores.
¿Qué te inspiró?
He pasado por una situación parecida, y que te deja marcado. Cuando pasé por esto, escribí mucho y dije “el día que escriba algo así, quiero dejarme tiempo”, y luego quería quitarle hierro al asunto. Por eso el personaje de Darín tiene la valentía, el coraje de no estar tirado en un sofá bebiendo todo el día, sino que no está quieto en ningún momento. Y es un personaje que me emocionó.
¿Siempre fueron Javier Cámara y Ricardo Darín?
No, cuando la escribía no me gusta pensar en nadie. Luego ya sí, pensé que dos actores podían hacer esto y pensé. Con Ricardo hice una de las historias de Una pistola en cada mano, y había un vínculo especial. Decidí enviarle el guión y entonces argentinicé al personaje, y se lo volví a enviar. Y su contestación fue: “si quiero hacerlo y hay que ver cuando podemos hacerlo”. Después me fui a Javi y pensé que sería una gran química de actores que además se les da de una forma intuitiva la comedia, que podía haberla hecho con otros, pero hubiera sido más difícil.
¿Cómo has trabajado la relación de los tres protagonistas?
Intuí que el personaje de la hermana de Darín tenía que aparecer para dar algo más a la historia. Escribí esto como un paseo de cuatro día, y así también tienes al espectador sin saber que cosas van hacer estos personajes, pues van de un lado a otro y Javi pagando todo. Sobre todo eso construyes toda la película. Y así el personaje de Dolores Fonzi entra en la cinta. Es un personaje que apareceré poco, y es con esos personajes con los que te las juegas. Pero Dolores lo hace formidablemente. Además, no soy mucho de ensayar, soy de sentarme con ellos y hablar, Javi nos hacía el desayuno y discutíamos todo para ver como enfocar todo. Hay que entender el juego y como vamos a jugar.
¿Qué fue lo más duro del rodaje?
La noche. A partir de las 02:00 de fiesta vale, pero trabajar no me gusta. Se puede, pero no me gustan. Estos rodajes que te citan a las 17:00 y acabas a las 05:00 son mortales. Además, lo pasan mal todos: técnicos, actores, maquilladores…yo, todos. Y eso no me gusta. Y después, todas las secuencias tienen su dificultad, incluso la más sencilla puede llegar a ser la más dura.
¿Por qué titulaste con el nombre del perro?
Para despistar. No quería poner el foco en ellos ni en el tema, quería poner el nombre en algo, lo que le importa a Julián (personaje de Ricardo Darín), pero despista y está hecho aposta. No quería que tuviera un nombre como “Los últimos cuatro días”, en cambio así ves y dices “anda! Un perro con cuatro amigos”, y así parece que vas a la comedía inmediatamente. Y es el MacGuffin de la película, es lo que más le preocupa al Julián.
¿Cómo fue rodar en Amsterdam?
(risas) ¡El rodaje empezó en Amsterdam! Allí teníamos ya un equipo y empezó un poco extraño, porque no era nuestra casa. Nos unió mucho. Además, para Ricardo y Javi fue especial empezar allí. Incluso hay una escena importante, que es la del hijo de Ricardo, que es el primer momento que tiene su personaje de romperse y casi echarse atrás con su decisión. Además, así ya se metió en faena y sabía como afrontar a su personaje.
¿Mientras grababas te preocupaba pasarte de la raya por el lado cómico?
Si, era lo que más vigilábamos. Teníamos signos entre nosotros, que el equipo no entendía. Y muchas veces Ricardo me hacía el gesto y todo era, si perfecto, vamos bien. También lo que tienes que tener en mente, es que ruedas todo lo que puedes y después montas, y allí tienes la calma para colocar las cosas como te gustaría. No tiene sentido hacer cinco tomas iguales, siempre procuro abrir un poco la cosa y que no estemos serios o muy cómicos, sino tener de todo un poco y luego equilibrarlo en montaje.
¿Cuál ha sido el grado de improvisación de la película?
Libertad siempre se la dejo, que los actores hagan y me den lo que necesito, luego que hagan lo que quieran. Seria tonto si no les dejará improvisar. Al final utilizas todo. La improvisación además está sobrevalorada, en el cine no se improvisa ya que siempre tienes algo de marcas o elementos que tienes que controlar, además de tu interpretación. Hacer cine es complicado, el actor tiene que venir con cierta confianza y haber preparado las cosas antes y en el momento de rodar dejarse ir, que sea con naturalidad, cuando improvisar es hacer algo que no viene a cuento, eso no vale. Todo es dejarse ir, pero dependiendo de cierto margen.