Vida oculta: Qué verde era mi prado

La nueva apuesta de Terrence Malick (Song to Song) se titula Vida oculta y resulta sorprendente que esta cinta llegue a los cines españoles cuando sus dos títulos anteriores no lo hicieron. Quizá el componente religioso de esta cinta sea más atractivo para el público patrio que las dos historias anteriores que retrataban la aventuras de un escritor y sus escarceos con seis mujeres (Knight of Cups) o la historia de dos triángulos amorosos en pleno panorama musical tejano (Song to Song). El caso es que esta Vida oculta es una cinta de casi 180 minutos cuya historia no daba para más de 90. Los poco conocidos August Diehl (Aliados) y Valerie Pachner (All my Loving) son los responsables de dar la cara en esta interminable cinta.

August Diehl en Vida oculta

August Diehl en Vida oculta

Vida oculta cuenta la historia de un campesino austriaco católico, felizmente casado con su mujer, que lleva una bonita pero austera vida que de repente se ve truncada por la llegada de la segunda guerra mundial. Los nazis le obligan a alistarse y ahí empieza un calvario que acabará como “el rosario de la aurora” (esta expresión viene que ni pintada a la cinta). El caso es que Malick como guionista reitera ideas y pasajes que parece que el espectador está teniendo “déjà vus” constantes, es decir, “creo que esto lo vi hace unos minutos”. Vamos, que el bueno de Terrence alarga la historia sin necesidad.

Como director, Malick tiene un talento innegable para componer imágenes (también postales) preciosas. El manejo que tiene de los objetivos angulares le da una grandiosidad a la cinta espectacular. Pero claro, Vida oculta no es un documental sobre los verdes prados de Austria, es una película sobre la fe. De ahí que toda esa dirección idílica, que parece que estamos ascendiendo al reino de los cielos, este justificada, pero claro Terrence se toma su tiempo. Se ha vuelto mucho más reposado que en cintas anteriores y es por eso que la crítica del pasado festival de Cannes se rindió ante su obra. Pero algunos apreciamos su arte pero no lo compartimos.

Mención especial para el compositor James Newton Howard (Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald) quien a base de pianos y violines, principalmente, consigue una de las mejores bandas sonoras de este año. Su sinfonía consigue que la imágenes de Malick tomen cotas insospechadas y el espectador no caiga en los brazos de Morfeo.

Valerie Pachner en Vida oculta

Valerie Pachner en Vida oculta

La pareja protagonista formada por Diehl y Pachner convence. El primero tiene momentos espectaculares, el contraste entre su alegría en los primeros minutos de la cinta y su resignación final es muy interesante. La segunda tiene lo mejores momentos cuando es rechazada por el pueblo por la decisión de su marido, todas esas escenas son bastante sugestivas. Esta pareja de desconocidos está arropada por las breves apariciones de dos “fantasmas” (ambos actores murieron al poco de completar su participación en la cinta): Michael Nyqvist (Kursk) y Bruno Ganz (La casa de Jack). Digo breve, pues ya conocen a Malick, es posible que su participación fuera más extensa pero seguro que en montaje ha decidido cortarla a favor de más postales bonitas.

En resumen, Vida oculta no es mala película. Es una cinta de autor y como tal tiene sus premios, reconocimientos y hasta su público. Pero aquellos que busquen algo más entretenido (como el que suscribe esta crítica) esta no es su película. Quizá si quieren ver cuadros es mejor acercarse a un museo y dedicarle el tiempo que cada uno quiera a cada imagen

Lo mejor: La partitura de James Newton Howard.

Lo peor: Su eterna duración.

Puntuación: 4/10

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