Un simple accidente: La dictadura del terror

Jafar Panahi es un director único. Un director que su cine, casi en su totalidad, se ha centrado en analizar, criticar y demostrar que el régimen del gobierno iraní es una cosa completamente fuera de lo normal. Que es un régimen que no acepta que se vaya en su contra, que quiere cortar cualquier tipo de discrepancia y, que, si no estás con ellos, ponte en la peor posición posible porque irán a por ti. Esto lo ha sentido en su propia piel director, el cual ha estado encarcelado muchos años, sin poder salir de su país y haciendo cine de manera clandestina, con los pocos medios de los que disponía y sacando a la luz todo lo malo del régimen. El círculo, Taxi Teherán, Tres caras o El globo blanco son algunas de las cintas del director que tiene el privilegio de tener en su haber los tres grandes premios de los festivales más importantes: El oso de oro (Taxi Teherán), el León de oro (El círculo) y, con la película que nos ocupa, Un simple accidente, consiguió la Palma de oro de Cannes. Un simple accidente es un thriller realmente angustioso que no baja en ningún momento el ritmo y que hace que los espectadores estemos agarrados a los asientos ante lo que Jafar Panahi muestra en pantalla. Es una cinta realmente dura, aunque tenga momentos de comedia, donde el director va a degüello contra el régimen iraní y ese intento de hacer que los que han torturado en alguna ocasión a los ciudadanos puedan vivir en paz y sin remordimientos. Una Palma de oro realmente incontestable.

Fotograma de Un simple accidente

Fotograma de Un simple accidente

La historia sigue a un hombre, y su familia, que tienen un accidente con el coche, el cual llevan al único taller que hay abierto en ese momento, donde un trabajador recordará un sonido que le hace pensar en esa persona como uno de los mayores torturadores del régimen. A partir de aquí la escalada en la tensión va en aumento convirtiendo la cinta es muchas ocasiones en una de terror. Jafar Panahi se basta únicamente con saber en todo momento que es lo que quiere mostrar y como. No hace malabarismos con la cámara y deja que sea el relato y los actores quienes lleven todo el peso de la acción. La cinta no para en ningún momento y es un constante idas y venidas para demostrar que el hombre es realmente quienes se creen que es. Y aquí el director iraní hace una cosa realmente interesante y es que, en todo momento, los personajes tienen dudas de su identidad y de saber si de verdad esa persona es quien creen que es. Y cuando la cinta va creciendo los espectadores tenemos ese mismo problema y en como el director va a terminar de narrar esa historia, porque el barro en el que se va metiendo hace casi imposible que el desenlace pueda ser bueno para alguna de las partes. Pero Panahi sabe salir perfectamente del problema con una secuencia en plano fijo, de más de diez minutos, donde el terror se apodera de todos, la violencia está presente y con solo escuchar lo que los personajes tienen que decir hacen que cobre todo sentido. Aún no me he recuperado de ese momento ni del plano final, uno de esos que pueden, fácilmente, pasar a lo mejor del cine de los últimos años.

Y es que Jafar Panahi sigue siendo fiel a su estilo, aunque desde el régimen iraní intenten silenciarlo de alguna manera. Un simple accidente es, quizás, de las cintas más duras y arriesgadas de la carrera de Panahi. No solo por como se posiciona, sino por como relata la historia y como hace hincapié en todos aquellos personajes que terminan su vida a la orden del régimen, después de haber hecho de todo y viven la vida de manera tranquila con su familia, mientras el resto del mundo, aquellos que han sufrido en sus carnes el régimen, tienen que vivir con el miedo de ver si en algun momento todos aquellos que les hicieron la vida imposible vuelven a la carga. Me imagino esta película como si del propio Jafar Panahi se tratará en sus años dentro de la prisión y que le puede pasar por la cabeza una vez fuera, que sería lo que haría si encontrase a esas personas años después. Es una cinta compleja en todo el transfondo que tiene detrás porque conseguirá abrir debate tras su visionado, como casi siempre con el cine de Panahi. Y esos es de agradecer, porque es un director que merece mucho la pena en ver sus propuestas. En cuanto a los actores están todos increíbles y consiguen trasmitir todos sus miedos con solo unas simples miradas.

Fotograma de Un simple accidente (2)

Fotograma de Un simple accidente (2)

En definitiva, Un simple accidente va más allá de la pantalla y consigue mover algo dentro del espectador, removiendo emociones y planteando preguntas incómodas que pocos cineastas se atreven a formular. Panahi demuestra, una vez más, que su mirada es imprescindible para comprender la complejidad y las contradicciones de la sociedad iraní, y su valentía al denunciar el horror lo convierte en uno de los grandes autores contemporáneos. Salimos del cine con la sensación de haber presenciado algo necesario, incómodo y humano, reafirmando que el arte, cuando es sincero y comprometido, tiene la capacidad de transformar la realidad y no dejar a nadie indiferente.

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