Todos tenemos un plan: O eso creemos por un tiempo

Agustín (Viggo Mortensen (Un método peligroso)), es un hombre de mediana edad, cansado de su vida cómoda y rutinaria en la ciudad, cansado de una esposa que tiene planes que él no parece compartir. En esos momentos de dudas, recibe la visita de su hermano mellizo Pedro (interpretado por el mismo actor), y decide ocupar el lugar que deja éste, en el Delta del Tigre, un lugar del que guarda tantos recuerdos como terrores. Allí se ve metido en problemas que hasta entonces no eran los suyos, enfrentado a miedos de los que había huido hacía ya mucho tiempo.

Viggo Mortensen en Todos tenemos un plan

Viggo Mortensen en Todos tenemos un plan

Ana Piterbarg, directora y guionista de la película, comenta que le llevó mucho tiempo escribir esta historia, que la tenía dentro desde hacía muchos años y que sabía que llegaría el momento de contarla. En este hecho encuentro lo más valorable y al mismo tiempo el origen de los principales errores de la película. Cuando uno se sumerge demasiado profundo y durante mucho tiempo en cualquier proyecto, tiende a perder la perspectiva sobre el mismo. Muy posiblemente, la directora se centró demasiado en buscar los matices que diferencian a los dos personajes interpretados por Mortensen, preparó a conciencia el momento de sustitución de uno por otro (una de las mejores escenas de la película), y el fruto que produce esta especie de fusión, así como en crear un entorno como el que ella tenía grabado desde su infancia en esos recuerdos seguramente muy sentidos, que tuviera un poso de realidad y al mismo tiempo fuera lo suficientemente maquillado para que la historia encontrase unos cimientos sólidos donde crecer. Y básicamente estos son los puntos fuertes de la obra. Porque intuyo que esa pérdida de perspectiva impidió a la autora darse cuenta de los problemas de credibilidad y coherencia que una historia así conlleva, y que tienen difícil solución. Varias veces presenciamos situaciones inverosímiles, reacciones de los personajes difíciles de aceptar, que no se dan cuenta de un engaño que a todas luces debería haberse destapado antes, como si quisieran seguir con sus vidas y no abrir los ojos a la realidad. Una posible solución a estas cuestiones podría haber consistido en darle a la película un tono general más fantástico, acercarla más aun a un cuento, donde la realidad fuera simplemente un apoyo, una referencia lejana. Y no termina de hacerlo. El Delta, así como la ciudad donde vive el protagonista, son escenarios que se acercan demasiado a nuestro mundo. Sin embargo, es siempre preferible que un director se equivoque en algunas cosas por inmiscuirse demasiado en su obra, que por dejadez, pasotismo o frialdad; y si añadimos que es la primera película de Ana Piterbarg, soy muy capaz de ver estos errores como gestos propios del proceso de creación, no dándoles toda la importancia que tienen; soy capaz de verlos como pequeños “actos de rebeldía” de la propia película hacia su creadora, advirtiéndola de lo que aun le queda por aprender.

Todos tenemos un plan posee una atmósfera acertada y personal. Aunque no llega a tener la potencia de películas como “La carretera” (John Hillcoat), no le anda demasiado lejos, sobre todo cuando la acción transcurre en El Tigre, en esa parte donde la gente parece llevar sobreviviendo de manera parecida desde hace una eternidad, ajenos a lo que sucede fuera. Pero la historia tiene algo de cuento, y quizás el entorno no lo suficiente; la música y el sonido aciertan y suman, contribuyendo a crear el ambiente que se siente en todo el film. Los sonidos del entorno parecen crear melodías, el agua, el barro, el óxido, aunque a lo lejos, se escuchan.

Viggo Mortensen y Soledad Villamil en Todos tenemos un plan

Viggo Mortensen y Soledad Villamil en Todos tenemos un plan

Los actores hacen un buen trabajo en general, destacando Viggo Mortensen en su doble papel de Agustín/Pedro, con matices bien buscados y encontrados, creíbles, que podemos ver tanto en vestuario y maquillaje, come en gestos, miradas e incluso la voz propia de cada uno. Daniel Fanego (Los condenados) encarna a un mafioso de medio pelo, un tipo pobre y sucio en todos los sentidos, con aires de grandeza que sólo él y su ahijado son capaces de ver, hasta un punto en que pasa a ser un simple botarate delincuente, que por una vez, no es el héroe de la historia. Y es que las películas protagonizadas por personajes de esta calaña que el público se encarga de subir a los altares, están ya muy vistas. La relación de éste con los personajes Agustín/Pedro es interesante y tensa por momentos, aunque la resolución de la misma parece bastante desaprovechada. Como lo está el personaje de Celia, interpretado por Soledad Villamil (El secreto de sus ojos); no pondré en duda el talento de esta mujer, ni su presencia, pero el papel está sobreactuado, como si quisiera aprovechar al máximo los escasos momentos en que aparece. Algo más de frialdad y sutileza en sus acciones habría sido más conveniente y también más creíble. Al fin y al cabo, ella tiene un plan, y no le importa tanto quién participe en él o quién se caiga. El personaje de “La Pichona”, interpretado por Sofía Gala Castiglione (Rodney), tiene un aire entrañable y a la vez salvaje que cuesta reconocer y encontrar (como le cuesta a la actriz coger el tono correcto), pero termina convenciendo de que no es una mala compañera para volver a tener un plan. Son muy importantes ambos personajes femeninos, más allá de lo acertadas que estén las intérpretes, pues ambas nos ofrecen retratos diferentes de la misma persona, dando un juego muy jugoso, aunque aparezca solamente apuntado. Además, las dos ejercen de guía en la vida del protagonista, de maneras muy distintas, y consecuentemente, con desenlaces diferentes. Javier Godino (Café sólo o con ellas) vive en la película de manera creíble, sin más…algún rasgo visual más potente le habría dado más carisma, algo de lo que en parte adolece.

En definitiva, Todos tenemos un plan es una película interesante, en la que se intuyen buenas maneras en su directora Ana Piterbarg, así como una sensibilidad inocente y un tanto infantil que por mi parte siempre es bienvenida. Una lástima que la excesiva duración de la cinta, así como esas situaciones imposibles que ya he comentado, y la indefinición en algunas escenas que podrían haber sido mucho más potentes, lastren a una obra de buena intención, gran ambientación, actores siempre interesantes, y final acertado, sin estridencias ni vueltas de tuerca inverosímiles.

Lo mejor: La ambientación; el Delta del Tigre es un lugar que nos gustaría pisar para acto seguido salir corriendo con los pies llenos de barro. Los matices en los personajes interpretados por Mortensen son interesantes.

Lo peor: La sensación de duración un tanto excesiva. La película se mueve entre el cuento y la realidad y no acaba de asentarse y encontrar su sitio.

Puntuación: 6/10

Ficha artística y técnica

España, Argentina y Alemania. Dirección y guion: Ana Piterbarg. Interpretes: Viggo Mortensen (Agustín / Pedro), Soledad Villamil (Claudia), Daniel Fanego (Adrián), Javier Godino (Rubén), Sofía Gala Castiglione (Rosa). Producción: Gerardo Herrero, Mariela Besuievski, Vanessa Ragone y Viggo Mortensen. Música: Lucio Godoy. Fotografía: Lucio Bonelli. Montaje: Irene Blecua y Alejandro Lázaro. Diseño de producción: Mariela Rípodas. Vestuario: Valentina Bari.

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