Titane: Fantástico sin brillo

Hace cinco años, Julia Ducournau, presentó Crudo, su primer largometraje. Aquella cinta consiguió poner en el disparadero su nombre, su forma de contar las historias e intentar revolucionar un poco el género fantástico a través de una historia que conseguía engancharte por la forma en la que se desarrollaban los acontecimientos. Cuando se anunció que en Cannes iba a presentar su segundo largometraje tras la buena recepción de Crudo, muchos estábamos esperando con ganas esta nueva película, esperando con ganas que volviera a sorprender como ya lo hizo entonces. Pero lamentablemente Titane no está a la altura de lo esperado. Titane quiere ser muchas cosas en una misma película, quiere contar más de la cuenta y en muchas ocasiones parece que Julia Ducournau no sabe realmente que quiere o como quiere contar aquello que tiene entre manos. Titane, para un servidor, dura exactamente veinticinco minutos, que es el tiempo en donde vemos a la Ducournau de Crudo, después de ese tiempo lo que quiere contar, se va de las manos y pierde toda la fuerza que recoge en su inicio.

Agathe Rousselle en Titane

Agathe Rousselle en Titane

Y es que el inicio de la cinta es, sinceramente, espectacular. Después de una presentación para ponernos en situación de algunos personajes, la cinta se lanza con un plano secuencia que te deja totalmente pegado a la butaca y solamente puedes asentir con la cabeza aquello que estás viendo hasta el momento en que termina y piensas que la nueva cinta de la directora puede ser otra muestra más de su talento. Después, tras una de las secuencias más locas que recuerdo en una sala de cine, sigues comprándole la propuesta a Julia Ducournau, pero después, tras unos acontecimientos en una casa, la cinta baja por completo el ritmo, los diálogos se vuelven absurdo, las acciones de los personajes no hay por donde cogerlas y asistimos a una cinta que quiere contar una historia sobre la redención, la aceptación y la identidad de género, pero que lo hace tan atropellado que termina por quedarse en tierra de nadie, no pasar más allá de su inicio tan espectacular y caer en el más profundo olvido. Y todo esto no hace más que deslucir una cinta que apuntaba realmente alto.

Es cierto que Julia Ducournau quiere hacer una disección sobre la sexualidad, sobre la identidad de género y sobre las relaciones paternofiliales, pero no consigue concretar ninguna. Así como en Crudo conseguía contar, a través del fantástico, el despertar sexual de una adolescente a través de la carne, en Titane quiere repetir la fórmula, pero sin éxito. Quiere volver a utilizar el fantástico para contar de nuevo su historia, pero no tiene nada de fantástico, todo se desarrolla en un constante sin sentido, en un constante porque sí y sin ningún tipo de explicación. Incluso no convencen los actores, están todos sin saber muy bien que es lo que están haciendo, y eso se nota en especial en Vincent Lindon, que sus caras son un constante que es lo que estoy haciendo. Agathe Rousselle, la protagonista, consigue sacar adelante el papel a pesar de también no saber realmente que es lo que está haciendo y su final termina por rematar al espectador. Repito que es una lastima que después de sus veinte minutos iniciales, la cinta se pierda en querer ser más de lo que debería haber sido.

Agathe Rousselle en Titane (2)

Agathe Rousselle en Titane (2)

Es una lástima que Julia Ducournau no hay concretado más en Titane, que se haya querido sacar de la manga una película que, en concepto, podría haber sido una auténtica barbaridad, pero que no termina siendo nada debido a que no sabe que contar o como contarlo. Puedo entender la parte de la identidad de género, pero el resto del relato está lejos de ser algo memorable.

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