Timbuktu: No hay esperanza

Timbuktu es de esas películas que llegan a la cartelera y pueden pasar sin pena ni gloria. Pero desde aquí, espero que pase con más gloria que otra cosa, pues es la visión que tienen un director sobre el conflicto yihadista y del islamismo radical que se puede ver día si día también en los principales telenoticias. Abderrahmane Sissako (Bamako) sigue retratando ese vida que se da en África, donde todo está prohibido o lo muy poco que queda de libertad no satisface a nadie. Timbuktu deja poso en el cuerpo porque el director no entra en valoraciones sobre si lo que vemos está bien o está mal, simplemente se limita a mostrarnos los hechos (está basada en una historia real) y que seamos nosotros quiénes valoremos lo que vemos. Y la verdad que la sensación es dolorosa.

Ibrahim Ahmed en Timbuktu

Ibrahim Ahmed en Timbuktu

Timbuktu cuenta la historia de ese mismo pueblo de Malí, un pueblo donde el yihadismo ha llegado para erradicar todo lo bueno que había. Las familias intentan vivir como pueden y sin hacer demasiado ruido, pues saben que un paso en falso hará que su vida deje de existir. Y es que Sissako sabe relatar perfectamente el miedo que viven los familiares de ese pueblo. También sabe retratar la esperanza que tienen unos pocos para intentar seguir adelante en busca de algo que les de motivación en la vida. Quizás la escena más icónica y que mejor refleja esta película sea la escena de los chicos jugando al fútbol sin balón porque sino el estado en el que viven podría matarles.

Cuando ves escenas así, el corazón se te para por la situación en la que viven muchas personas. Y ya se te para por completo cuando no puedes tocar música, no puedes salir a determinada hora o si no vas como ellos dicen te has buscado la perdición. Y es ahí cuando aparece la familia protagonista, una familia que vive en el desierto, alejada un poco de la civilización de la gran ciudad. Una familia que verá mermada toda su vida por un error, un error de proteger aquello que es tuyo, algo que no termina bien. Sissako en todo momento no duda en mostrarte la violencia latente en el ambiente y la que se ve. En muchas ocasiones tiene el peligro de pasarse, pero sabe cuando cortar. Su realización es clásica pero eficaz, con muchos planos detalle y un saber del tiempo del diálogo.

Kettly Noël en Timbuktu

Kettly Noël en Timbuktu

Además, Sissako también sabe como dotar a sus protagonistas de tiempo. Todos y cada uno de ellos están en estado de gracia, quizás más el padre protagonista, que es quién lleva el peso de la cinta, pero todos, desde los yihadistas radicales, hasta los niños más pequeños que aparecen están estupendos. Timbuktu está nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa, y lo cierto es que este año hay nivel en las nominadas. Si lo gana sería una gran noticia, pues este tema, aunque ocupe horas en los telediarios, nunca será suficiente para intentar frenarlo.

Lo mejor: La naturalidad y la violencia con la que cuenta la historia Sissako.

Lo peor: Que este tema sea real y no algo inventado para una película.

Puntuación: 7/10

Ficha artística y técnica

Francia y Mauritania. Dirección: Abderrahmane Sissako. Interpretes: Ibrahim Ahmed (Kidane), Toulou Kiki (Satima), Abel Jafri (Abdelkerim), Fatoumata Diawara (La chanteuse), Hichem Yacoubi (Djihadiste), Kettly Noël (Zabou). Guion: Abderrahmane Sissako y Kessen Tall. Producción: Etienne comar y Sylvie Pialat. Música: Amin Bouhafa. Fotografía: Sofiane El Fani. Montaje: Nadia Ben Rachid. Diseño de producción: Sebastian Birchler.

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