Tras una secuela que se quiso alejar del esquema narrativo de la saga (Terminator: Salvation) y un reboot que no terminó de convencer a los fans (Terminator: Génesis), llega el turno una nueva entrega (la sexta) que obvia los hechos ocurridos en los capítulos antes citados y en la tercera entrega (Terminator 3: La rebelión de las máquinas), para arrancar justamente donde acabó la excelente Terminator 2: El juicio final de 1991. Terminator: Destino oscuro pretende insuflar savia nueva a la saga y se queda en otra copia estructural del original que entretiene y poco más. Tras la cámara Tim Miller (Deadpool), avalado por el creador de la franquicia James Cameron, y delante de ella nos encontramos con el regreso de Linda Hamilton (Un pueblo llamado Dante’s Peak) en el papel que le dio la fama, el de Sarah Connor, y Arnold Schwarzenegger (Maggie) repitiendo por enésima vez su papel de cyborg. Se unen en esta nueva entrega Mackenzie Davis (Tully) y la colombiana Natalia Reyes (Pájaros de verano).
Terminator: Destino oscuro nos presenta una nueva aventura donde un héroe ha de enfrentarse a un villano para proteger a una figura crucial para que las máquinas no dominen el mundo. ¿les suena? Si, es lo mismo que nos han contado en varias entregas. Aquí la diferencia es que hay cierto tufillo anti Trump y un punto de añoranza añadido por la presencia de dos personajes míticos en la saga. La aparición de Sarah Connor todavía está justificada pero la del T-800 es para poner un monumento a los guionistas (estoy siendo sarcástico). Pero aún así el producto cumple su función que es entretener aunque nos estén contando otra vez lo mismo.
Miller ha compuesto la cinta con la misma estructura de las tres primeras entregas pero guardando algunas ¿sorpresas?. Esta es presentación, secuencia de acción, diálogo con sorpresa, secuencia de acción, diálogo, secuencia de acción, diálogo con sorpresa, secuencia de acción y clímax. (Quizá no sea del todo cierta, pero es básicamente eso). En las secuencias de acción Miller se ha dedicado a rendir homenaje a películas anteriores, hacer chistes sobre ellos, o a crear momentos para el aplauso nostálgico. A pesar de presumir de bastante violencia, Terminator: Destino oscuro tampoco lo es tanto, parece que sí, pero no. La sangre no cae a borbotones. Las secuencias más espectaculares son la de la autopista con Sarah Connor y el clímax final con todos los personajes repartiendo estopa.
Dentro del reparto hay que destacar la figura de Mackenzie Davis, quien parece que ha echado horas en el gimnasio para poder repartir toda la estopa ella misma sin necesidad de dobles. Hamilton repite su papel y resulta graciosa en sus sobradas y salidas de tono. Peor suerte corren Schwarzenegger y el villano principal de la cinta de cuyo nombre no quiero acordarme. El primero intenta apelar a la nostalgia, pero como su arco argumental es “tan increíble” no termina de cuajar, y el segundo pues se limita a correr, saltar, ser un efecto digital… y poco más.
En resumen, Terminator: Destino oscuro es un producto que entretiene. Pretende ser original cuando realmente está volviendo a contar los mismo que las tres primeras entregas y ahí es donde viene su principal defecto o virtud, según los ojos con los que se mire. Como he apuntado antes, lo más plausible es el tonillo y mofa contra la actual política del mandatario americano.
Lo mejor: Volver a ver en pantalla grande a Linda Hamilton enfrentarse a un terminator.
Lo peor: Es otra vez lo mismo que hemos visto en las tres primeras cintas.
Puntuación: 5/10