Siguiendo la estela de directores como Terrence Malick (El árbol de la vida), Jaime Rosales nos ofrece con Sueño y silencio, una cinta donde la belleza formal supera al espectador, es decir, una película para pensar y dejarse llevar por sus pictóricas imágenes, lo que se traduce educadamente, en un tostón de casi dos horas.
Jaime Rosales, galardonado con el Goya al mejor director por su innovación a la hora de narrar en la película La soledad, nos presenta en relato visualmente hipnótico, cada uno de los planos son espectaculares cuadros, lo que lleva a la conclusión de que es una película que debería estar en un museo en vez de en una sala de cine. Sin duda las referencias a pintores como Sorolla harán las delicias de más de uno y los bostezos de otros.
La historia es una reflexión sobre la muerte. Una pareja pierden en un accidente a una de sus hijas y la película narra el día a día y como se reponen de dicha perdida. No es nada nuevo si no fuera por la manera en la que se cuenta, es decir, la cámara acompaña a los actores en el sufrimiento pero en muchos momentos parece una cámara voyeur, pues hay momentos donde más que encuadrar la acción parece que se esta espiando. Sin embargo tiene dos planos secuencias muy interesantes en un parque casi llegando al final de la cinta, pero no aportan nada más que belleza y más belleza.
Todo la cinta viene precedida de un prólogo y un epílogo donde el artista Miquel Barceló nos deleita con un cuadra rápido y sencillo, interesante, pero como decía antes, mejor para un museo que para un cine.
Los desconocidos actores hacen un buen trabajo, pues son muy naturales, casi como si fueran unos conocidos. Destaca Yolanda Galocha, quien tiene los momentos más dramáticos y los cambios más pronunciados.
En resumen, estamos ante una cinta de cine arte, para ir a ver con amigos intelectuales y luego mantener una charlar sobre la muerte. Esto no es cine como tal y como se conoce, es decir, todo es muy bonito pero aburre mucho. Indudablemente es una película pequeña y tendrá un estreno minoritario, pero es muy triste que en la situación en la que nos encontramos se siga premiando este tipo de cine, y dando palos a un cine más comercial, cuando en estos momentos lo que el espectador quiere es que se le entretenga y piense lo mínimo, y menos, pensar en la muerte.
Lo mejor: Es muy bella.
Lo peor: Es un aburrimiento.
Puntuación: 2/10