Stranger Things 4: Primera parte: Aumenta el terror en los lugares comunes

Cuando se estrenó Stranger Things, allá por el 2016, pocos pensaron en el éxito que podría tener una serie de terror, misterios, monstruos y homenaje a las películas de los 80. Pero una vez te sentabas delante de la pantalla, veías la historia de Eleven y de los chicos que la acompañan, quedabas totalmente prendado por como los hermanos Duffer te contaban todo. Después, las diferentes temporadas siguieron aumentando su nivel, su éxito y ser el buque insignia de Netflix. Tres años después, y una pandemia de por medio, tenemos la primera entrega de la cuarta temporada. Y es que Stranger Things tampoco se ha librado de la moda de dividir las temporadas en dos, pues ahora nos llegan los primeros siete episodios y en julio tendremos los dos restantes (con el último capítulo durando dos horas y media). Y lo cierto es que estamos, por los que hemos podido ver en los seis episodios a los que hemos tenido acceso, que la serie vuelve con las pilas renovadas, dotando de mucho más terror a las tramas, más ambición y más dramatismo, pero que sigue sin innovar en una trama que parece repetirse con las anteriores temporadas y que hacen que, en muchos casos, todo sea algo predecible, que haya pocas sorpresas y se note el agotamientos de la propuesta. Pero todo eso lo solventan con entretenimiento, con terror y con unos personajes con un carisma fuera de lo normal.

Millie Bobby Brown en la primera parte de Stranger Things 4

Millie Bobby Brown en la primera parte de Stranger Things 4

Y es que Stranger Things siempre se ha caracterizado por no tener un guion realmente innovador, no se ha ganado la fama por querer revolucionar el mundo de la televisión, se ganó todo por el respeto y el homenaje que hacía a las películas de los 80. Fue todo eso lo que hizo que Stranger Things ganara adeptos en todo el mundo. Que todos reconocieran homenajes en cada nueva temporada, que pasásemos de ET a La Cosa en cuestión de minutos, que de Los Goonies pasásemos a Una pandilla alucinante con los niños que protagonizan la historia. Pero ahora, después de unas temporadas donde el terror quedó algo relegado, volvemos a tener capítulos realmente terroríficos. Es más, las principales referencias de esta temporada con IT y Pensadilla en Elm Street, para que la gente se haga una idea de por donde van los tiros. También se ha puesto a un villano que va persiguiendo a nuestros protagonistas de todas las maneras posibles, siendo una mezcla de Freddy y Pennywise. Y es que al hacer esto, la trama se vuelve mucho más oscura, mucho más siniestra y terrorífica. Pero también es una temporada que se centra en los personajes y en sus problemas. Los niños, como era obvio, ya no son tan niños y en la época de instituto los problemas crecen. Así, los hermanos Duffer se centran en temas como el bullying, en los amores, en ser quien tenemos que ser y en superar todos aquellos miedos que podemos tener. Y eso es algo importante, porque en esta temporada se da mucha importancia a los problemas mentales, al recurrir a un profesional y pedir ayuda cuando se necesita. Es una temporada mucho más adulta en ese sentido.

También es de agradecer que no todo se centre en Hawkins, sino que también los personajes se muevan de sitio, que viajen a otros lugares y la acción tenga lugar en otras localidades, como por ejemplo en Rusia. Rusia se ha convertido en uno de los lugares pilares de la temporada donde se desarrolla, posiblemente, una de las tramas más interesantes y que los fans más quieren saber. No quiero decir que ocurre allí por si algún fan no ha leído nada y no quiere saber nada más, pero solo diré que allí todo respira a películas de cárceles clásicas que es de aplaudir. Pero como Stranger Things da, Stranger Things también quita. Y eso que quita es la innovación en una trama que huele ya a que esto se tiene que acabar pronto. Y es que la primera parte de la cuarta temporada, y me imagino que la segunda parte también, repiten los esquemas que hemos visto en el resto de las temporadas, siguen planificando las temporadas en la aparición de algo, que Eleven invente algo para solucionarlo, que no pueda, que tengan que unirse todos e intentar pararlo. Al final, no deja de ser lo mismo que hemos ido viendo en las diferentes temporadas, y lo único realmente novedoso es el villano y la trama que está aconteciendo en Rusia. Pero a pesar de esto, Stranger Things sigue teniendo algo grande, sigue teniendo algo que hace que estemos enganchados a la pantalla las hora y cuarto que dura cada capítulo. Y es que los hermanos Duffer saben infundir cariño a su obra, a sus personajes y a todo lo que rodea la ambientación, y eso es algo que ha hecho que Stranger Things triunfe durante todos estos años.

Caleb Mclaughlin, Sadie Sink, Joe Keery y Gaten Matarazzo en la primera parte de Stranger Things 4

Caleb Mclaughlin, Sadie Sink, Joe Keery y Gaten Matarazzo en la primera parte de Stranger Things 4

Los personajes siguen siendo maravillosos, Steve sigue siendo el mejor personaje de todos, y su dúo con Robin es maravilloso. Eleven sigue teniendo esa presencia, pero parece que después de ver a la “super Eleven” de la primera temporada, el resto ha hecho que quede medio relegada a un segundo plano. Stranger Things vuelve con la temporada más grande, con la temporada más terrorífica y comienza a cerrar cosas de cara al cierre definitivo en su quinta temporada. Sigue siendo un entretenimiento maravilloso, pero ya se empieza a notar la falta de ideas. Bien que los hermanos Duffer hayan decidido despedirla en la quinta temporada, porque así se mantendrá en el recuerdo como una gran serie.

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