Sólo Dios perdona: Una postal de violencia preciosista y aburrida

Que Nicholas Winding Refn (Valhalla Rising) es un director sumamente personal es algo que lleva proclamando en toda su filmografía pero que el gran público descubrió con Drive en 2011. Sólo Dios perdona, su siguiente película, es de esas cintas que polarizan a la audiencia con suma facilidad. A algunos les ha servido para seguir adorando al director danés. Otros, esta vez parece que mayoría, la han recibido con abucheos e incomprensión. Esa segunda tendencia resulta más comprensible ante una película excesivamente centrada en la composición de un mosaico de hermosas postales debajo del cual no parece haber gran cosa, más allá de la glorificación visual de la violencia que caracteriza a Refn.

Ryan Gosling y Vithaya Pansringarm en Sólo Dios perdona

Ryan Gosling y Vithaya Pansringarm en Sólo Dios perdona

Debajo de esa descripción están los elementos que harán que algunos adoren y otros detesten la película. Entrar en el juego que propone Sólo Dios perdona permite disfrutarla. No hacerlo convierte sus 90 minutos en un periplo interminable hasta que la película finaliza. Así de sencillo y así de duro. Y es que estamos ante una historia de venganza sumamente simple. Sin los artificios estilísticos de Refn, es probable que la narración tal cual apenas hubiera superado la media hora. Pero se alarga hasta unos aforunadamente no demasiado extensos 90 porque la pausa es un elemento dominante en la película, hasta el punto de que en muchas ocasiones el plano carece del más mínimo movimiento. A eso contribuye Ryan Gosling (Cruce de caminos), un actor que parece sentirse extremadamente cómodo sin apenas líneas de guión pero que corre un severísimo riesgo de encasillamiento en el arquetipo del personaje taciturno y poco hablador.

Kristin Scott Thomas en Sólo Dios perdona

Kristin Scott Thomas en Sólo Dios perdona

Gosling, eso sí, encaja en las postales que compone el director. Casi siempre con luces artificiales y de vistosos colores, Refn está tan preocupado en encandilar con sus planos, con un punto de evidente pretenciosidad, que no consigue evitar que se le escape la historia. No porque no la controle, porque todo lo que sucede en la pantalla es una clara elección de su director, sino porque no la desarrolla. No hay personajes a los que amar u odiar, no hay información que permita sentir con ellos (y, de hecho, hay un intento algo pobre en el tramo final, cuando Kristin Scott Thomas (La pesca del salmón en Yemen) algo sobre el personaje de Gosling, su hijo en la ficción), no hay ni siquiera explicaciones coherentes de por qué se van sucediendo las escenas o de las elipsis que conducen a que todo sucede de una forma algo caótica. No es lo que le interesa.

De esta forma Sólo Dios perdona es una historia de venganza mucho más simple en su fondo que en su carcasa. Lejos de encontrarle épica, poesía o dramatismo, Refn se decanta simplemente por el impacto. Lo hace con sus planos preciosistas, indudablemente hermosos por separado pero que encajan más en la videocreación que se puede mostrar con orgullo en una sala de arte moderno que en una sala de cine comercial, y lo hace con su descarnado uso de la violencia. Explícita siempre, siguiendo la estela que ya había dejado Drive. Quizás excesiva precisamente porque no encuentra un soporte argumental que la justifique. Es violenta porque sí, más allá de que en una historia de venganza esté justificada la filmación de una muerte. Y en una evidente paradoja, es una película que se puede calificar de hermosa pero también mortalmente aburrida. Y lo segundo se lleva por delante lo primero, aún reconociéndolo.

Puntuación: 2 / 10

Ficha artística y técnica

Francia, Tailandia, USA, Suecia. Título original: Only God forgives. Dirección y guion: Nicolas Winding Refn. Interpretes: Ryan Gosling (Julian), Kristin Scott Thomas (Crystal), Tom Burke (Billy). Producción: Lene Borglum, Sidonie Dumas y Vincent Maraval. Música: Cliff Martinez. Fotografía: Larry Smith. Montaje: Matthew Newman. Diseño de producción: Beth Mickle y Adrian Smith.

 

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