Silencio no es una película para todos los públicos. Hay quienes vayan a verla pensando que el director de joyas como Toro Salvaje, Gangs of New York o Uno de los nuestros, ha vuelto a realizar otra cinta alocada, de un ritmo imparable y de fiesta continúa. Desde ya os digo que vayáis cambiando la idea. Silencio es una de las obras maestras más personales y arriesgadas de la última década. Martin Scorsese (El lobo de Wall Street) consigue llevarnos por nuestra fe y hacernos pensar en si de verdad Dios nos escucha en nuestros momentos más complicados y a la vez nos demuestra que su fe es más grande que cualquier cosa. Silencio no se manifiesta en las palabras de los dos jesuitas enviados para devolver a la fe a un sacerdote extraviado, se manifiesta es los silencios que se guardan los personajes en todo momento y que hacen que la trama te atrape. Una obra maestra realmente necesaria.
Es necesaria porque en los tiempos que corren es muy complicado encontrarse una cinta como Silencio. Entre tanto ruido de explosiones en el cine de superhéroes, con tanto ruido en los remakes que se hacen semanas si, semana también y el poco tiempo que se toma el cine actual en contar una historia de forma pausada, Martin Scorsese ha realizado una cinta de ritmo lento y mensaje profundo, una cinta de silencios y de palabras medidas, y una cinta en donde la banda sonora brilla por su ausencia. No hay banda sonora, lo único que nos acompañará toda la película es el ruido de la naturaleza, de la música que tocan los propios personajes y el de los lamentos de los penitentes. El respirar, el caminar, la agonía…todo ello hace que poco a poco Silencio te golpee y comience a recorrerte el cuerpo para instalarse en lo más profundo de ti. Y es ahí donde comenzará a destrozarte. Y que con un simple gesto, nada épico, termine con la fe.
Silencio te comienza a destrozar a través de preguntas que no son necesarias contestarlas. Y pone a prueba tu fe en Dios. No lo hace forzando las situaciones ni creando personajes que sirvan para ese objetivo. Lo hace a través de ser nosotros mismos el protagonistas, nos hace empatizar de una manera enorme con Rodrigues, ese sacerdote que ve como su fe es puesta a prueba en un país, Japón, y una época en donde la creencia cristiana estaba perseguida. Él somos nosotros, y todo lo que pasa en la película no sentimos como nuestro. Cada golpe, cada movimiento somos nosotros los que lo hacemos a la vez que él. Y cuando nos queremos dar cuenta, Silencio se ha instaurado en nosotros sin decir nada, en silencio. Y por eso la ausencia total de banda sonora la hacen más especial, más mística y más profunda. Los sonidos fluyen de las imágenes sin ningún añadido. Todo ello unido para lo anteriormente dicho, que durante la película tu y la fe que tengas habléis y corrobores lo que sientes, porque Scorsese lo que se nota es que es el más creyente de todos.
Y toda la fe queda puesta en Andrew Garfield (Hasta el último hombre) y Adam Driver (Paterson). Sublimes. El primero hace un tour de force manteniendo la películas a flote y siendo la cara visible de la creencia de todos los que vemos la película. Su sufrimiento es nuestro, su duda también, y su final también. Cada paso que da lo hacemos con él. Simplemente magistral. Adam Driver está pletórico en el tiempo que tiene en la cinta, realizando quizás alguna de las mejores secuencias. Y todo cambia con la aparición de Liam Neeson (Un monstruo viene a verme) que es a la vez la clave y la resolución de todo. La parte japonesa también destaca, en especial, Issei Ogata (The Sun) y Yôsuke Kubozuka (Tokyo Tribe) que en cada aparición hacen que la cinta alcance cotas de magnificencia.
Silencio es una obra maestra de principio a fin. No es una película para todos los paladares, ni para todos los cinéfilos, pero es una cinta necesaria en este tiempo en donde lo que más importa es el ruido que hagas y no la historia que cuentes, en donde los silencios no existen y no te hacen que te quedes clavado en la butaca. Silencio, de Martin Scorsese, viene para ocupar ese hueco, para demostrar que aún se puede hacer cine sin ruido, pensando en la historia y que lo que sientas sea auténtico. Una auténtica obra maestra.
Lo mejor: La dirección, el guion, el tempo…todo.
Lo peor: Que se piense que por ser de Martin Scorsese va a ser una cinta alocada.
Puntuación: 10/10