Tengo que ser sincero que no considero a Road House ninguna obra maestra o una película de culto, simplemente una película que sabía lo que hacía y nada más. Lo que no me esperaba es que la cinta fuera tan importante como para tener un remake en 2024. Road House. De profesión duro es una cinta fallida en bastantes aspectos, pero que cumple con el más básico, entretener. El resto es una cinta ambientada en la actualidad, para el público actual y que, seguramente, pase con más pena que gloria por el catalogo de Amazon Prime Video. Doug Liman, director de películas como Al filo del mañana y El caso Bourne, se pone detrás de las cámaras para intentar darle algo novedoso a este remake, pero el resultado se nota que está lejos de lo que seguramente querían. Eso sí, hay que agradecer a la cinta que no intente ir más allá de simplemente entretener, pues haber sido tomada como algo más hubiera sido un error.
Soy de esas personas que piensan que muchas veces una cinta de acción de los ochenta triunfó por el actor de moda que estaba en ese momento. Por aquel entonces, el actor que conseguía llevar a la gente al cine, ser el “crush” de muchas adolescentes y a quien muchos hombres se querían parecer era Patrick Swayze. Swayze, actor de Ghost o Dirty Dancing, consiguió que muchas de las cintas de los ochenta triunfaran por su presencia, incluida Road House, pero en pleno 2024 no hay ningún actor que cumpla con aquellos requisitos del star system que, poco a poco, parece que se ha ido diluyendo. Por eso esta nueva versión tiene ciertas dolencias que pueden hacerla caer. Lo primero es el cambio que tiene de historia, de pasar de un portero de discoteca, más listo que nadie, pasamos a un ex luchados de la UFC que tiene que lidiar con su vida después de un evento traumático protegiendo un garito. Este giro hacía la UFC tiene, casi toda la excusa, en el actor que interpreta al sicario en esta ocasión.
Pero es que la cinta, con un arranque que sitúa un poco al espectador, ya deja ver que hay cosas que no pintan demasiado bien. Y es que, en el primer combate que vemos, parece que hay momentos que están generados por IA o que los efectos especiales dejan mucho que desear, esto último es algo que la cinta adolece muchísimo, en especial en el tramo final. Pero es que, durante todo el metraje, muchas veces, la dirección de Liman es plana, sin demasiados alardes y que no despunta ni en las secuencias de lucha. Secuencias que, por cierto, tiene cierta dosis de espectacularidad, de ser de un físico brutal, y que es lo principal de la cinta. Porque lo que tiene que ver con las relaciones entre los personajes la cosa deja mucho que desear. Y retomando algo de antes, hablemos de los actores. Jake Gyllenhaal toma el relevo de Swayze, pero lo cierto es que no tiene el mismo carisma que tenía el actor de Ghost, pero, aunque eso falle, Gyllenhaal actúa bien, lleva a su personaje a cotas interesantes. Pero todo se me derrumba cuando entra en escena Conor McGregor. El luchador de la UFC, que seguramente ha tenido algo que ver en las coreografías de lucha, aparece y es un torbellino de malas interpretaciones, de humor mal llevado y de no pintar demasiado dentro de la trama.
En definitiva, Road House. De profesión duro es una cinta sin más, una cinta para los fans de la original que quieran ver una nueva versión pero que no ofrece nada más allá del mero entretenimiento. Jake Gyllenhaal está bien, Conor McGregor, no. Una cinta que se puede disfrutar en una tarde tonta de primavera/verano y sin más pretensión que pasar dos horas entretenido.