Ouija: El origen del mal: Algo pasa con Doris

Cuando la secuela supera en calidad y contenido al original se puede contar con los dedos de ambas manos, pero cuando el original es un desastre y su secuela es una genialidad, creo que ha ocurrido nunca o casi nunca. Esto es lo que ocurre con la secuela de Ouija, bautizada para la ocasión como Ouija: El origen del mal, y es que este nuevo episodio es una precuela del original, que funciona infinitamente mejor a que aquella. Mike Flanagan (Oculus: El espejo del mal) es el responsable de esta proeza y la pequeña Lulu Wilson (Líbranos del mal) la inquietante protagonista de una de las grandes sorpresas de la temporada.

Lulu Wilson en Ouija: El origen del mal

Lulu Wilson en Ouija: El origen del mal

Para salir adelante tras la muerte de su marido, una mujer y sus dos hijas se dedican a montar falsas sesiones de espiritismo para estafar unos dólares, y así poder pagar la hipoteca y demás gastos. Un día deciden incorporar una tabla de ouija a sus shows y esto desencadenara una serie de hechos algo espeluznantes. El guion es una precuela que prácticamente se olvida del original y únicamente conecta con aquella por la casa donde se narran los hechos y la sorpresa post créditos finales. El guion no es novedoso pero es bastante entretenido. Tiene un halo de misterio que consigue mantener al espectador muy pendiente del desarrollo. El guión esta plagado de referencias al cine de terror de los años setenta.

De hecho, el propio Flanagan (quien con Ouija: El origen del mal firma su tercera película en 2016) se encarga de usar una puesta en escena muy de los años setenta. Para comenzar la cinta arranca con el logo de Universal de aquella época, y aunque parezca que quiere asustarnos desde el primer momento, Flanagan se hace rogar hasta la tercera bobina. Si, han leído bien, “bobina”, pues la cinta, a pesar de haberse grabado en digital, han querido transmitir ese espíritu añejo, añadiendo las famosas marcas de cigarrillos en el lateral superior derecho de la imagen de los añorados rollos de celuloide. Por si fuera poco, Flanagan usa técnica más obsoletas, como el zoom o dar la acción en off (atentos al momento tirachinas) para conseguir esa sensación nostálgica. Tampoco se olvida de asustarnos, dejando la gran mayoría de los sustos para el climax final. Un tramo final que parece un pasaje del terror. Flanagan consigue que Ouija: El origen del mal sea más espelúznate que terrorífica y eso es de agradecer.

Henry Thomas en Ouija: El origen del mal

Henry Thomas en Ouija: El origen del mal

Siguiendo un poco la tradición de este cine de terror “lowcost” (esta película ha costado 9 millones de dólares, aunque luzca como mucho más), la cinta esta plagada de actrices ascendentes y viejas glorias. Quien se lleva todos los aplausos es la joven Lulu Wilson, quien conforme avanza los minutos da más mal rollo. Ese momento en el que esta viendo la carta de ajuste en la tele o ese otro en el que escribe como una posesa, ponen los pelos de punta. También encontramos en el casting a la ascendente Annalise Basso (Captain Fantastic), quien funciona perfectamente, pero es eclipsada por la pequeña Wilson. Como vieja gloria encontramos a Henry Thomas (E.T. El extraterrestre) relegado al papel de sacerdote, personaje que no debe faltar en una cinta de terror de corte clásico.

En resumen, esta precuela supera con creces al original. Una pena que tras el mal sabor de boca que dejo el original (aunque en taquilla fue un gran éxito) nadie quiera dar una oportunidad a esta entrega. Y atentos a Mike Flanagan, un director que no seria de extrañar viéramos firmar algun gran blockbuster en breve, pues de talento anda bastante sobrado.

Lo mejor: La puesta en escena de Flanagan.

Lo peor: Que la saga no hubiera empezado con esta entrega.

Puntuación: 7/10

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