Navidad en Candy Cane Lane: Reciclaje navideño

Ya llegamos a la época navideña donde todo cobra colores de felicidad, de alegría y de estar con la familia. Las casas se llenan de adornos, del árbol y de polvorones. Y, claro, las televisiones se llenan de todas esas películas de navidad que quieren contar una historia bonita, edulcorada y llena de azúcar que esté acorde a la época que nos toca. Y es por eso que llegan productos como Navidad en Candy Cane Lane, una cinta que lo único que tiene de interesante es que dura cien minutos y no hace daño. Eddie Murphy regresa con una comedia muy blanda, muy repetitiva y que tiene trazos de películas que hemos visto mil veces. Quizás podría tener de original un poco la premisa, pero ni con esas consigue convencer. Además, cuando el protagonista y todos los que le rodean te caen regular… la cosa no mejora en exceso.

Eddie Murphy en Navidad en Candy Cane Lane

Eddie Murphy en Navidad en Candy Cane Lane

Navidad en Candy Cane Lane quiere ser esa película que ocupe gran parte del visionado en las casas de todo el mundo. Quiere ser esa película de Navidad que ocupe el vacío que estamos teniendo los últimos años de cintas orientadas a esta época. Pero es una cinta que no aprovecha nada y repite esquemas de cintas que ya hemos visto muchas veces. Su premisa, que podría ser interesante, se desvanece rápidamente. Una premisa que nos sitúa en como el ser humano es capaz de cualquier cosa con tal de conseguir dinero o ser el mayor egoísta de todos. Así, con un concurso sobre quien tiene la mejor decoración de navidad del año, comienza una historia sobre valorar las cosas que se tiene, la familia y dejar de mirar por encima del hombro al resto. Es una cinta que también habla de que venderíamos nuestra alma al Diablo si hiciese falta con tal de conseguir los objetivos que tenemos.

Y así avanza la cinta, viendo a Eddie Murphy de un lado a otro intentando conseguir superar unas pruebas que le ha impuesto una tendera que solo quiere ver el mundo arder. Y es que todo ocurre porque, como he dicho antes, el egoísmo del ser humano no tiene límites. Y para conseguir el premio compra artículos de navidad que, al final del todo, son como una maldición. Y toda la acción de la cinta surge a raíz de esto. Con todo esto, Navidad en Candy Cane Lane coge cosas prestadas de Un padre en apuros, Gremlins, Pequeños guerreros e incluso de Los fantasmas persiguen al jefe, pero todo ello combinado de una manera que no pega ni con cola. Eddie Murphy sigue sin ser un buen actor, la verdad, y cuando no está metido en quince disfraces distintos para sacar adelante la cinta se le nota todas las limitaciones que tiene. Eso sí, sigue teniendo carisma, aunque cada vez vaya perdiendo un poco.

Eddie Murphy, Jillian Bell y Madison Thomas en Navidad Candy Cane Lane

Eddie Murphy, Jillian Bell y Madison Thomas en Navidad Candy Cane Lane

En definitiva, Navidad en Candy Cane Lane es una cinta de navidad hecha para los mayores fans de este tipo de propuestas. También es carne de cañón de esas películas de las cuatro de la tarde que se proyectan en las cadenas abiertas de la televisión. Una cinta que no tiene demasiado que ofrecer pero que tampoco hace demasiado daño su visionado, por mucho que no aporte nada y sea un simple producto para esta época.

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