Moonlight: Amor libre

Hay muchas cosas que pueden pasar desapercibidas en Moonlight, una de las mejores películas de lo que llevamos de año. Puede que pasen inadvertidas debido a que, al buscar un mensaje en la cinta, esta puede ser la más tópica de todas. Pero Moonlight tiene ciertos lugares en donde crece, donde madura y donde se hace mejor y sin duda, todo, lo hace en las dos primeras partes de su historia, en la niñez y en la edad adolescente. Es en esos momentos, entre diálogos, risas y confesiones, donde el corazón se encoge, se agarrar con fuerza y no se suelta, pues Barry Jenkins (Medicina para la melancolía) tiene el valor de contar una historia muchas veces vista de manera única, especial y sin ser juez de nada. Ya que como en todo, lo que ocurrió de verdad, permanecerá en la memoria. Como esas historias de amor que empezaron y nunca debieron acabar. Moonlight es una de ellas.

Mahershala Ali en Moonlight

Mahershala Ali en Moonlight

Moonlight está dividida en tres actos bien diferenciados por la edad de nuestro protagonista. Comenzamos con él en la niñez, intentando descubrirse a sí mismo y a quienes le rodean. Moonlight es una película complicada, que no quiere caer en los recovecos de siempre e intentar dar a una historia algo diferente, que la haga especial. Y Moonlight lo tiene. Hay una secuencia en el segundo acto que define la película por completo, en una playa, dos personas, de noche y hablando de sus cosas hasta que sucede lo que tiene que suceder. La intimidad de esa secuencia es magistral, dirigida con pulso y que hace que se te hiele la sangre. Y es aquí donde piensas que la cinta finalmente irá por unos derroteros románticos. Pero no, Moonlight te golpea de nuevo. Lo hace poniendo en voz de estos personajes ciertos aspectos sociales. ¿Por qué ocultar lo que sientes por alguien? ¿Qué más da hombre o mujer? ¿De qué hay miedo?

Cierto que en muchos momentos la cinta puede huir de querer dar una explicación a esto, pero Jenkins se encarga de tocar todo. Al final Moonlight va sobre el amor, sobre la identificación sexual desde la niñez hasta la edad adulta. Y al final, todo se resume, en que el amor de verdad es el que nunca se olvida, ese amor que te marca de por vida y nunca lo olvidarás. Y todo esto se ve en la segunda parte de la cinta, la mejor construida y donde ocurre todo lo importante. Barry Jenkins intenta darle a su forma de dirigir algo diferente, con mucho movimiento de cámara, mucho tambaleo y cámara en mano. Siempre poniendo el ojo en el punto de atención, y si pierde ese punto, consigue atraer tu atención ante lo que sucede en pantalla. Y es que también ha sabido juntarse de un elenco de actores en estado de gracia. Mahershala Ali (Figuras ocultas) realiza un papel pequeño, pero verdaderamente real, poderoso y lleno de sentimiento. Naomi Harris (Belleza oculta) realiza una interpretación prodigiosa, llevándose todos los aplausos de la cinta en sus apariciones. Y todos los actores que dan vida a Chiron, pero en especial a Ashton Sanders (Straight Outta Compton) que realiza el mejor papel como protagonista.

Ashton Sander en Moonlight

Ashton Sander en Moonlight

En definitiva, Moonlight se erige como una de las mejores películas del año. Quizás no innove tanto como se piensa ella misma que puede hacerlo, pero consigue que se te estremezca el cuerpo ante esta historia y ante los diferentes mensajes que lanza la cinta. Barry Jenkins innova al dirigir y no querer caer en lo tópico. No es perfecta, pero tampoco lo pretende. Una película de visionado obligatorio.

Lo mejor: La dirección y la forma de estremecer al espectador.

Lo peor: La tercera parte peca un poco de convencional respecto a lo anterior.

Puntuación: 8/10

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