Mi hijo y yo es una historia rural que parte de un premisa de lo más increíble: un padre trata de inculcar su pasión por el rugby a su hijo para que se dedique a ello, casualmente este no tiene ni pizca de interés, solo le gusta estudiar y las matemáticas. Con semejante premisa, esta cinta debería estar la sección de ciencia ficción en vez de en comedia.
Gérard Lanvin y Jérémie Duvall en Mi hijo y yo
Dirigida por Philippe Guillard, jugador francés de rugby y comentarista deportivo en televisión y radio, nos llega este relato campestre más cercano al drama que a la comedia. Guillard nos enmarca al protagonista y a su hijo en un pueblo, donde parece que hay más gañanes que animales, y donde esta estrella del rugby se empeña en que su hijo sigo sus pasos. Todo esto viene acompañado por amigos, novias, y demás farándula que deambula por el pueblo.
La historia no da para mucho, y empezando por que es poco creíble y podía ser una comedia absurda, es todo lo contrario. Consigue arrancar alguna sonrisa con algunos momentos oníricos con la gente del pueblo, pero en general la película se acerca más al drama.
Karina Lombard en Mi hijo y yo
La dirección es bastante formal, pero sin nada destacable, al igual que ocurre en con el reparto artístico. Gérard Lanvin (Cuenta atrás) da vida al protagonista, e intenta emular al bruto a la par que cómico Gérard Depardieu (Astérix y Obélix contra César) quedándose en una mera caricatura de este.
En resumen, estamos ante una película francesa flojita. Se supone debe emocionar, pero no lo consigue ni con la banda sonora chirriante. Mi hijo y yo es una muestra de que el cine francés no siempre acierta con todos los espectadores.
Lo mejor: La secuencia de la pelea.
Lo peor: El planteamiento es absurdo y han querido hacer una película seria de ello.
Puntuación: 4/10
Ficha artística y técnica
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